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AsLeer · M
La pausa era necesaria pero molesta para él, pues ansiaba beber de los labios femeninos hasta saciar su alocada sed de ella; misma que posiblemente no habría de agotarse jamás. Desvió sus manos hasta los hombros femeninos, tomándolos con delicadeza pero empleando cierta presión que enmarcara la posesión que sentía sobre la fémina... Tal vez ese era un impulso más motivado por Helios tras bambalinas que por Avicus.

—No te disculpes, eres por lejos lo mejor de mis días y mis noches. Interrumpiría todo por verte —le sonrió, llevando nuevamente sus labios a los ajenos para dejarle un casto beso que sirviera como bálsamo para su ansiedad —. ¿Comiste algo ya? Muero de hambre y no he tomado mi hora de comida, vamos a algún lugar o acabaré devorandote a ti —emitió un suave gruñido y le mordió suavemente la mejilla a Helena, parte de sus palabras eran ciertas en un sentido más íntimo.
H1576413 · F
¿De qué manera podría describir las mil sensaciones que florecieron internamente cuando los labios de Avicus hicieron presión sobre los suyos? Nunca le había sucedido nada igual, ni con los anteriores mortales a quienes dedicó años de cuidado. Avicus era el primer hombre en la tierra capaz de enloquecer a un ángel en todo sentido, y deseó hacérselo saber por medio del lento roce. No obstante, una pequeña sonrisilla, acompañada de una breve risa, se entrometió en la muestra de afecto, pausándola repentinamente.

Helena se apartó unos centímetros apenas, los suficientes para aún distinguir la respiración del varón.

— ¿Te he interrumpido? Lo lamento. Solo quise venir y saber si estabas bien... Debo cuidarte en el día y en la noche — Una pequeña mentira piadosa que pasó como excusa para sus intenciones reales, que se resumían a estar cerca de él.
AsLeer · M
Se detuvo al rededor de dos segundos para analizar la respuesta de la fémina y deducir si sus avances eran o no bien recibidos; grande fue su satisfacción cuando la notó receptiva y pudo acortar la poca distancia entre sus rostros, uniendo ambos pares de labios en un beso lento y armonioso. Él tomó el liderazgo, ladeando la cabeza para poder marcar mejor el ritmo en el que la besaba y llevando su mano libre hasta la mandíbula de la fémina, misma que sostuvo apenas, pues estaba más interesado en delinear el fino rostro con las puntas de sus dedos.
AsLeer · M
Pocas veces Lehnsher lograba apaciguar a los carroñeros de sus subordinados para darse un minuto libre en la oficina, por tal motivo decidió no desaprovechar el momento y escaparse de las instalaciones para buscar a aquel ser que había descendido del cielo como respuesta a las plegarias silenciosas de que se habían acumulado en sus años de niñez; desde que tenía memoria había odiado la idea de vivir en soledad y sus padres no eran exactamente los más cuerdos para ser considerados compañía.

Cada vez que veía a Helena podía sentir en su cuerpo un calor que lo llevaba a la locura y, no siendo ese día la excepción, se encontró a sí mismo motivado por el deseo de conocer el sabor que aquellos labios rosáceos podían ofrecerle. La saludó apenas, decidido a no seguir postergando el momento, y la tomó por la cintura en un abrazo que atrajo su menuda figura hasta él.
H1576413 · F
Qué complejo fue para Helena resistirse a la peligrosa cercanía con él. Añadió otro motivo a la lista para retrasar su regreso al cielo, puesto que un ángel de la guarda tenía prohibido involucrarse sentimentalmente con su encargo. A pesar de que conocía las reglas al derecho y al revés, se dejó envolver por sus brazos. El corazón le latió a prisa ni bien sintió el calor de su cuerpo, mismo que encontró dulce y atrayente. Ni hablar de la suavidad de sus labios cuando la separación culminó en un beso que el ángel deseó fuera eterno. Estuviese bien o mal para sus superiores, Helena se sintió en un verdadero paraíso.

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