- No no, nada de tocar la plata. - Tras escucharla apoyar la nocion, es una delgada linea la que separa a sus cuerpos de que encuentren el embone perfecto. - Debo tener cuidado de no descuidar mi atencion. - No hace falta hablar alto, mucho menos en una habitacion asi de tranquila, hasta ahora fresca porque aun una criatura como el es capaz de experimentar la sensacion del calor. - Si te pidiera que quitaras la plata de enmedio, aceptarias? - El siguiente susurro es una propuesta, mientras la yema de su dedo indice detiene el avance justo al final del canalito platinado; es rico, un gluteo semidesnudo, tocandolo al fin, una de sus partes mas espumosas y bravas.

Se preguntó en silencio a sí misma cuánto tiempo había estado ese hombre observándola, tampoco es que le diera miedo solo resultaba extraño. — Ah, entiendo. Entonces nada de tocar la plata. — Mencionó, sus ojos viajan desde él hasta el espejo donde su reflejo parecía hablar a la nada. Apenas sintió el tacto de su mano, la piel se le erizó al sentirle tan frío. — Me haces cosquillas. — Se ríe de sí misma, empezaba ya a sentirse nerviosa.

Es algo comun, que a una criatura como el hasta su reflejo le huya. Puede ser por eso que la muchacha no lo haya visto acercarse, hace trampa aunque no este a la vista. - Podria morirme si dejara a mi tacto con la rienda suelta. - Desde la parte posterior, el si puede verla en el espejo y, aunque su mano se cuela a traves de la cintura metalizada, esta no se ve, pero ella la puede sentir haciendo otra vez trampa, tocando suavemente la piel que queda enmedio de dos tiritas de eslabones en un viaje lento, en descenso, hasta el comienzo de una llanura mas amplia.

Volteó su cabeza tan pronto lo escuchó. — ¿Eh? — Estaba distraída viéndose al espejo. — Sí, es plata. ¿por qué? — Preguntó, ya su atención era de aquel hombre.

- Eso de ahi... es plata? - Cauteloso, no esta del todo seguro si arrimarse a tocar o no. Podria resultar... no letal, pero si doloroso.