—¿Eso es todo lo que tienes...? —Sus ojos orbitaron con un brillar distinto al que solían coexistir. Íntimo ante el cuerpo de la mujer después del juntar de sus labios, aspirando en un conjunto de caricias sobre el muslo el calor que arremetía en su consciencia; podría haber quedado prisionero de sus sensaciones, no obstante, no calló a su cuerpo en la mirada pícara que dedicaba sin vergüenza hacia los ojos de la demonio. —Eres demasiado insolente... No has cambiado en nada. —Repitió sus palabras, en busca de un harto voluntario; y sobre su final, otro beso fue entregado sin su respuesta.

Insolente...*No tenía intenciones de provocar una confrontación más con él, pero esas actitudes ofensivas le molestan. Le miró, sin comprender bien del todo el porqué de esa caricia, ¿Acaso jugaba con ella?, afiló la mirada, manteniéndose alerta aún cuando le sintió más y más cerca.* ¿Qué intentas decir...? Pareces interesado en algo más que estar solo cerca de mí.*Le observó compasiva e intentó ser persuasiva con él y provocó un íntimo acercamiento en ambos, rozando sus labios muy suave con los propios, hasta acoplar sus labios en un beso fugaz, el cual duró solo unos segundos al separar sus bocas de nuevo.* ¿Esto es lo que quieres? ...

—Si yo soy un bicho, no me imagino lo que eres tú. —A cambio de sus anteriores atentos, incitó el toque con uno mismo por su parte. Acarició el rostro de Anais, imprimió en su piel un rozar curioso pero notorio, solo para descansar en su mentón dos de sus dedos en la redirección de su mirada. —¿No escuchaste? —Pensó en no haberse explicado correctamente; acercó su rostro al de ella, descarado. —Te lo he dicho una y otra vez. Tu naturaleza, tu instinto, tu forma más primitiva de mostrar tu deseo. ¿No las de su especie son expertas en ello? —Un significado distinto, comparado a lo que sus dos mentes comprendían. Mas, en ello, una misma consecuencia.

Pff.. *Bufó con pesadez mientras le seguía escuchando, e intentó desligarse de él ignorando lo que decía. No estaba del mejor humor para atenderlo, y tenerlo más de cerca no era la mejor manera de hacerla mejorar.* Me generas dolor de cabeza, pareces un bicho impregnado a mi piel, mi aroma, mi olor... ¿Qué quieres? *Abrió los ojos de nuevo y le miró fijamente posando la mano diestra en la mejilla de él.*

—Te recuerdo que tenemos un contrato, el cual me impide alejarme de ti. —Volvió su mirada al notar su desdén, sonrió por respuesta en un acercamiento vil a su cama. —Y a mí me irrita tú simple presencia. Pero, cuando veo tu rostro lleno de un amargo crujir de irá, pienso que todo ha valido la pena. Es hermoso. —Odio a odio, situación que amaba en ella; poco a poco, acercó su rostro al de su oído. —Eres demasiado molesta, "princesa". Aprende tu lugar.

Como puedes pedir algo cuando eres tú quien invade mis dominios, no te invité, pero aún así estás aquí. *Se dio la vuelta sobre su majestuosa cama y cerró los ojos.* Eres muy osado y me irrita escucharte, si no vienes para halagarme o traerme algún placer, márchate.

—Deja de regurgitar tonterías. —Obvio, haría lo que ella narraba; cruzo sus brazos y cambio su mirada, lejos de su desnudez. —No eres ninguna tentación, y tampoco me molesta admitir nada. Cállate de una vez.

¿A veces..? Mmm *Lo observa, relamiendose los labios.* Quizá ya caíste ante la tentación que yo represento, y te molesta admitirlo. ¿Es así?

—A veces me sacas de quicio, nunca pensé ser tan agresivo... Mmh... Eso me molesta aún más. ¿Qué me hiciste?

Tienes un severo problema querido, pero te dejaré fantasear con la idea.