[code]Lo sé. La chispa en tus ojos me halaga con cada parpadeo, llamita. —una profunda exhalación escapó entre sus labios debido a la constante negativa femenina que parecía ser una costumbre— Mira, te prometo que no morderé... —añadió en tono jocoso, acentuando la broma con una amplia sonrisa cargada de sarcasmo.[/code]

— Por supuesto, no tengo otro motivo en la vida que adularte. — Dijo con sarcasmo al tiempo que rodaba los ojos. Esa hostilidad que emanaba el azabache le recordaba lo insoportable que en ocasiones era, aún cuando le tenía cierto cariño. — Estas tan acostumbrado a qué se haga lo que quieras, ¿cierto? — Bufó, no iba a moverse, no en ese momento. — Acércate tú. — Añadió, esbozando una fingida sonrisa.

[code]¿Acaso buscas adularme? –arquea una ceja para acentuar la media curva que yacía sobre sus labios y terminar desvaneciendo la hostilidad adyacente en su mirada. Meneó un par de veces la mano zurda, ejerciendo un ademán reconocible: le pedía que se acercara. [/code]

— No estoy temblando, Aleksandr. Solo digo que tienes una mirada... — Hizo una pausa en busca de la mejor descripción. — extraña, como todo tú. — No era realmente lo que quería decir pero no había otra cosa mejor que molestarlo cada que se reencuentran.

[code]Y yo creyendo que tus temblores de ansiedad eran porque te gustaba actuar como un chihuahua.[/code]

— ¿Alguna vez te dije que tu mirada me da miedo? ¿No? Ahora lo sabes.