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" 𝑬𝒎𝒑𝒆𝒄𝒆𝒎𝒐𝒔, 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝒅𝒖𝒍𝒄𝒆 𝒋𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒛𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒚 𝒔𝒖 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒂. "
 
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Ars1558186 · 100+, M
Aunque debía admitirlo, no esperaba que la mujer que había percibido como su presa ahora le dirigiera la palabra ¿Acaso sabía de quien se trataba? No, ni por asomo eso era posible, pero eso le llamo poderosamente la atención, parecía que no era una simple mujer o al menos no una mortal cualquiera.

— Vaya que eres valiente mujer, considerando tus circunstancias, es sorprende o tonto que tientes tu destino.— Exclamo, el tono arrogante en su voz denotaba su confianza, no era para menos, mientras bajaba con elegancia del tejado se presento con una ligera reverencia mientras observaba a su bocadillo de media noche.

— Debo decirlo, eres mucho mejor de lo que imaginaba, mis ojos no me engañaban, eres un diamante en bruto.
Ars1558186 · 100+, M
Sin mayor dilación fue acercándose a la dirección que sus ojos vislumbraban y su nariz le indicaba hasta que finalmente pudo divisar a una fémina; ojos azules cual zafiro y cabellos dorados cual oro, lo supo de inmediato, era ella a quien había estado buscando, una simple humana corriendo por su vida y con el brillante color de la sangre brotando de su muslo, la estela y camino de sangre que había dejado seguro no era notable para cualquiera en la absoluta oscuridad, pero para el, no era mas que un juego de niños seguirla el rastro hasta el oscuro callejón que había escogido como guarida.

Fuertes y sonoros pasos dio sobre el techo de una de las casas que la cubrían de la luz lunar, no tenía intención de pasar desapercibido, no era su estilo, no cuando se trabada del mismo señor vampiro, después de todo, nadie escapaba de sus garras una vez se había fijado en ellas.
Ars1558186 · 100+, M
Noche, oscuridad, el ambiente perfecto para que las criaturas de la noche salieran a cazar, particularmente la fría noche de aquel día era perfecta, podía sentirse en el ambiente la calma y tranquilidad antes de que la tormenta llegara mientras la radiante luz de la luna llena engalanaba la vista. El momento era perfecto, único para el vampiro para consumir sus alimentos, pero no cualquier alimento era digno de satisfacerlo, al contrario, buscaba como siempre presas que le brindaran sangre de la mejor calidad, una que pudiera satisfacer su fino paladar.

Quien diría que sin si quiera esforzarse en buscar, el cálido aroma de la sangre derramada fue percibida por sus fosas nasales, era embriagante, excitante, la estela del aroma le había guiado a un barrio de los suburbios, de un par de casas provenía la suculenta esencia que estimulaba sus afilados sentidos ¿Que clase de presa era? No lo sabía, pero estaba determinado a descubrirlo sin importar las circunstancias.
Cv1574201 · F
¿Eran ellos?, ¿la habían encontrado? Consciente de que le sería imposible levantarse rápidamente decidió sacar su arma de fuego y apuntar con determinación hacia el punto donde había escuchado aquel ruido.

—Gotcha cielito, más vale que salgas ya —anunció en un tono de voz más bien bajo y no tan divertido como su usual modo de hablar. Si más de uno andaba alrededor no quería terminar por alertarlos.
Cv1574201 · F
Miró por encima de su hombro una última vez en aras de cerciorarse de haber escapado con éxito de la emboscada y, al no percibir a nadie, improvisó un torniquete con el listón que portaba de diadema —más que nada para impedir que la rastrearan por las sangrientas huellas— y se introdujo en un pequeño callejón que había entre dos enormes casas. Este no contaba con iluminación y parecía demasiado angosto por lo que estaba confiada en que si era difícil de notar sería mucho más difícil que un hombre fornido intentara accesar. Por suerte así fue y las pisadas que hicieron eco en el silente vecindario, poco después de que ella se dejara caer de sentón contra la pared, se volvieron lejanas hasta desaparecer por completo.

La rubia pudo soltar un suspiro de alivio antes de secarse el sudor frío de la frente y estuvo dispuesta a examinar la herida cuando un sonido proveniente del tejado de una de las casas la alertó de inmediato.
Cv1574201 · F
Jamás un trabajo le había salido tan mal.
Czarina personalmente se encargaba de estudiar hasta el más mínimo detalle de aquellos que requerían sus servicios como mercenaria; tanto por beneficio de la misión como por seguridad propia, pues uno nunca sabe cuándo el cazador puede ser fichado como una presa. Sin embargo, lo inaudito sucedió aquella tarde de frío invierno: su don y su juicio habían cometido un error que le estaba costando una considerable cantidad de sangre debido a una bala incrustada en su muslo derecho.

—Joder... —murmuró en un tono de voz tan frío y plano que no logró reconocer antes en sí misma, eso sí, después sonrió con esa típica mueca burlona que la caracterizaba, más por costumbre que por placer o gracia. Y es que el dolor era inusualmente fuerte. ¿De qué era la maldita bala que le incrustaron? Ardía como si se estuviese quemando su extremidad entera.

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