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[...] Su amargo café lo disfrutó con calma hasta que alguien se cruzó en su visión; ropas de oriental porte, demasiado distintas al resto de las personas de allí, un cabello plateado y rasgos inhumanos que coincidieron con lo de cierto individuo de renombre en la sociedad mágica. Entre conversaciones desinteresadas escuchó de una guerra de inconfundible apariencia, su apodo siempre iba acompañado por desproporcionadas hazañas y virtudes, por eso, cuando su mirada se cruzó con ella no pudo sino levantarse del sillón donde ante se supo acomodar, pensó seriamente en si era prudente molestarla, mas en su reacción él no pudo evitar llamarla, aunque fue en voz baja, algo que un humano no podría captar— ¿White Sakura?
Una negociación lo llevó lejos de Londres, por unos días junto con su asistente es que se quedó y tan solo a un día estuvo de volver a la comodidad de la torre del reloj. La comunicación entre él y los compradores no suelen ser en persona, a menos que estos tengan la decencia de viajar a Inglaterra, no obstante, como este individuo ostentaba un apellido y los intereses de sus superiores siempre se antepusieron a los propios, él se vio obligado a realizar dicho viaje.
El pintor no creyó una mala idea hacer unos últimos gastos en un centro comercial muy importante de esa ciudad, unas pequeñas atenciones tuvo en mente para ciertos conocidos. Esta tarea se la encargó a su asistente, confió en su conocimiento y eficiencia para que ella pudiera elegir los mejores productos, pues aunque él fuera lo suficientemente versado como para distinguir, prefirió dejarle tan nimio recado a esa mujer mientras él simplemente se limitó a beber algo en una cafetería del segundo piso. [...]
El pintor no creyó una mala idea hacer unos últimos gastos en un centro comercial muy importante de esa ciudad, unas pequeñas atenciones tuvo en mente para ciertos conocidos. Esta tarea se la encargó a su asistente, confió en su conocimiento y eficiencia para que ella pudiera elegir los mejores productos, pues aunque él fuera lo suficientemente versado como para distinguir, prefirió dejarle tan nimio recado a esa mujer mientras él simplemente se limitó a beber algo en una cafetería del segundo piso. [...]
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