-Siempre rudo y poco afable, el Dios de la Guerra siempre se afanaba en dominar la mayoría de las situaciones en las cuales se encontraba. Contrastaba con Afrodita quién de alguna manera evitaba los arranques de ira del Dios estaba ahora sumida en un deseo bastante pleno. El beso que ofrecía culminó dejando una succión en el labio inferior del ajeno, sus ojos encendidos subieron la atención hacia el más alto para dedicarle una pequeña sonrisa-
-Solo sentir el toque de sus labios con los ajenos fue algo sublime, correspondio el beso sin duda alguna, afirmando su cercania con la de ella. Era extraño, el dios de la guerra jamas vio con buenos ojos tal cosa como el amor, pero la diosa Afrodita fue capaz de cambiar eso, al menos a su manera a pesar de que el aun no expresara totalmente ese sentir.-
Se quedó estática analizando la situación. El tono impasivo que producía el Dios solía hacer estremecer todo su ser. Temblaba de solo tenerlo cerca, adoraba tenerlo cerca. Entonces levantando el rostro sus ojos brillaban con cierta intensidad y no deseo continuar su agonía, ofreció un dulce beso de sus labios suaves a la boca ajena, cerró sus ojos. Aunque los dioses no quisieran verlo, para ella eso era "amor"
-El violento dios avanzo lentamente hacia la diosa, solo para reducir la distancia entre los dos en orden de apreciar mucho mejor ese delicado y precioso rostro que ella poseia. Esbozo una sonrisa y llevo su diestra hasta tocarle el menton, usando el pulgar para posarlo delicamente sobre los labios de la pelimorada, demostrando asi que es lo que demandaba.-
Y tu la mas hermosa de los olimpicos, algo que por alguna razon tambien atrae mi ser. Deseo, sentir una vez mas el sabor que solo tus labios pueden darme.
¿Qué puedo hacer por ti? Supongo que eres el más tempestuoso de todo el Olimpo, algo que me atrae por alguna razón... Lo que me pidas será tuyo tanto como lo soy yo ahora
