Aren sonrió a Etienne, confiado en sus palabras con las que le prometía que estaría en todo momento quieto y sólo observando el desarrollo de todo el ritual. Se sintió gratamente orgulloso del pelirrojo, besándole su frente con amor.
— Voy a cambiarme. Ya casi es la hora...— Comentó, para después alejarse de allí con aquella caja oscura en mano hacia el cuarto de baño, no sin antes encender las últimas velas que no habían sido encendidas, las cuales estaban alrededor de unos espejos antiguos y elegantes.
Luego de ello, fue al cuarto de baño a cambiarse, quedándose en el interior de aquel lugar hasta que las pequeñas campanas del reloj colgado en su pared dieran las 12:00 de la medianoche.