— Etienne...Ngh... — El médico gimoteaba con cada succión que le hacía a su amado, pero también por cada succión en sus dedos que era provocada por el mayor. No obstante, y por órdenes del vampiro, no se detuvo en ningún momento.

Llevaba una y otra vez aquel largo y venoso falo de su amante al interior de su boca, manteniendo sus ojos cerrados y aumentando en profundidad y velocidad sus mamadas al pelirrojo, apretando sus mejillas internas para él y llevándolo hasta lo más profundo de su garganta, con sus mejillas sonrojadas y su respiración agitada.