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La noche de la fiesta de la Mascarada Real conmemorativa del aniversario de la Monarquía de la Reina Victoria había llegado. Muchos de los invitados honoríficos y miembros de la Corte Real y la Nobleza ya habían llegado al castillo real. En el caso del médico real, se encontraba en el vestíbulo principal luciendo una máscara oscura con detalles de plumas de cisne negro. Esperaba con ansias la llegada de su invitado de honor, viendo a todos los carruajes y vehículos de vapor llegar y personas elegantemente vestidas entrando al castillo.
 
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Todo aquello parecía un sueño o una de las fantasías más impuras en la mente del médico, pero no lo era. Lo que estaba ocurriendo en ambos era algo inexplicable. Era como si el pelirrojo fuera capaz de leer los pensamientos y, en cierta forma, hasta el instinto carnal de Aren.

En esos instantes, el pelinegro no opuso resistencia a las afirmaciones, propuestas y acciones del mayor para con él, permitiéndole que le retirara su máscara, le volviera a besar y rodear con sus brazos. No entendía por qué, pero desde lo más profundo de su ser, Aren anhelaba "conectar" mucho más con su invitado de honor.

— ¿E-Estaremos en un error si me-me dejo llevar, Mi Lord? Ngh...— Le cuestionó a duras penas, logrando gesticular esa pregunta entre esos besos y caricias que el pelirrojo le otorgaba en sus labios y todo su cuerpo.
 
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