Uhm ... ¿Cuanto tiempo llevaria despierto? Fue lo que se preguntó al despertar aquella mañana y encontrar al rubio tan sumergido en aquella lectura. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y, aprovechando la distracción de su pareja, se escabulló entre las sábanas situándose justo entre sus piernas y, asomando su cabeza desde por debajo de las sábanas, le dedicó una sonrisa mientras envolvía su cintura en un cálido abrazo. — ... Ohayo ... — Adquirió desde aquella posición mostrando un tenue rubor sobre sus mejillas.
Acarició su cabeza con las yemas de sus dedos, hundiéndolas de vez en vez entre los azulinos cabellos. ¿Qué era esa sensación que revoloteaba en su pecho? Su sonrisa definitivamente lo delataba: estaba feliz. ¿Cómo no estarlo si lo tenía a él a lado? Recibió aquel beso que se sintió más bien como un pequeño cosquilleo.
—¿Hacerlo juntos?—Cuestionó—Suena a una buena idea, así no seré el único culpable de quemar toda la cocina—bromeó.
En ese instante lo aprisionó entre sus brazos y rodó con él entre las sábanas. Amaba esas mañanas casuales.
—Dime, ¿qué te apetece comer?—Preguntó mientras dejaba castos besos en su mejilla—. ¿Omelette? ¿Pan francés? ¿Tamagoyaki y algo de sopa miso?—No, no era precisamente un as en la cocina, pero se había dado a la tarea de buscar algunas recetas en internet. Sabía que Aoba no podría comer pizza a diario como él.
