Al terminar con los pequeños trozos de tofu, prosiguió a cortar las zanahorias y el wakame en pequeñas porciones para colocar todos estos en un recipiente. Un ligero rubor adorno sus mejillas ante aquel beso para lo que solo respondió con un asentimiento a las palabras de aliento. ¡Baka! no es momento para apenarse, concentrate. Suspiro mientras trataba de diluir la pasta de miso sobre el dashi previamente hervido en la estufa.

Cuando tuvo el miso disuelto, vertió el recipiente con tofu y vegetales en el caldo para luego tomar los palillos y comenzar a remover el contenido de la olla lentamente.—Huh, no falta mucho, creo que dejaré que los vegetales se cosan un poco mas y estara listo— Asintió para volver la mirada hacia el contrario percibiendo el aroma que comenzaba a desprender la fritura. — Huele muy bien.— Una sonrisa divertida curvo sus labios —Vaya ... parece que sabes lo que haces, Noiz-kun.

Tamagoyaki, bien. Soltó un profundo suspiro esperando que las llamas no saltaran hacia él en cuanto colocara los primeros ingredientes en el cazo. Colocó el caldo dashi previamente preparado, un poco de azúcar y sal y la salsa de soja mientras que en otro recipiente comenzaba a batir algunos huevos. Sí, por lo menos había necesitado ver una docena de videos para llegar a ese punto.

Pasó por detrás de Aoba con la simple intención de dejarle un beso detrás de la oreja.

—Seguro que te quedará bastante bien—lo animó yendo a donde había dejado su propio desastre. Cuando la mezcla estuvo hirviendo, la vertió en el bowl de los huevos. Ya no faltaba mucho a su parecer. Tomó la sartén rectangular y la colocó sobre la estufa, cuando estuvo lo suficientemente caliente, dejó caer poco a poco el contenido que había preparado—. ¿Cómo vas tú, Aoba?

Una ligera risa escapó de sus labios al escuchar las palabras del contrario. — De acuerdo, yo me encargo del Miso y tu del Tamagoyaki. — Adquirió antes de acariciar su mejilla y dejar un suave beso sobre sus labios.

Con una pequeña sonrisa plasmada en su rostro, comenzó a ordenar los ingredientes necesarios sobre la mesada. Lavo sus manos en el fregadero y recogió su cabello en una coleta alta para luego colocarse casi de manera inconsciente un delantal, podría decir que jamás perderá aquella costumbre. Una vez listo comenzó a cortar pequeños cuadrados de tofu sobre el picador.

— ... uhn ... esta no es la primera vez que preparo sopa Miso pero ... debo decir que no suele ser tan buena como la que prepara Ba-chan. Quizá deba pedirle algunos consejos — Adquirió apenado. No podía evitar sentir cierta inseguridad sabiendo que aquella iba a ser la primera vez que preparaba algo para él.

—¿Hacer esto es trampa?—Diría con una sonrisa ladina antes de abrazarlo por la cintura y provocar que el holograma desapareciera—. Tendrás que ayudarme con la sopa Miso.

Dejó un suave beso sobre sus labios y asintió con la cabeza—. Podríamos intentar preparar ambas. Una vez fui al supermercado y compré varias cosas, pero no supe qué hacer con ellas y terminé ordenando pizza...—Comentó encogiéndose levemente de hombros.

Se apoyó de sus antebrazos y gateó hasta la orilla del colchón para ponerse en pie, luego le ofreció sus manos al peliazul para que hiciese lo mismo.

—¿Prefieres el Tamagoyaki dulce o salado? Creo tener un poco de dashi en polvo en la alacena—. O por lo menos eso era lo que recordaba.

Se dirigió hacia la cocina y comenzó a buscar lo necesario: una sartén rectangular, un recipiente para mezclar, palillos, una caja de huevos, salsa de soja, sal y azúcar, entre otras cosas.

Una pantalla se desplegó de su coil y se conectó a la red.

No pudo evitar reír ante aquel comentario. Era cierto que jamas lo habia visto cocinar, pero llegar a hacerlo causaba cierta emoción en su interior. Por lo que estaría dispuesto a ignorar cualquier desastre que pudieran ocasionar en la cocina con tal de compartir ese momento con él.

Sonrio sintiendo cada roce de sus labios sobre su mejilla. Llevando ambas manos hacia el rostro del contrario comenzó a delinear cada una de sus facciones sin dejar de observarlo. Aquella sonrisa plasmada en su rostro solo provocaba que la felicidad lo rodeará — ... Uhm ... Tamagoyaki para desayunar no suena mal ... — Afirmó para luego dejar un breve beso sobre sus labios. — Aunque ... ,me pregunto si debería aprovecharme de esta ocacion, si es asi quiza deba pedir también Miso — Alzo ambas cejas dedicándole una sonrisa ladina.

Acarició su cabeza con las yemas de sus dedos, hundiéndolas de vez en vez entre los azulinos cabellos. ¿Qué era esa sensación que revoloteaba en su pecho? Su sonrisa definitivamente lo delataba: estaba feliz. ¿Cómo no estarlo si lo tenía a él a lado? Recibió aquel beso que se sintió más bien como un pequeño cosquilleo.

—¿Hacerlo juntos?—Cuestionó—Suena a una buena idea, así no seré el único culpable de quemar toda la cocina—bromeó.

En ese instante lo aprisionó entre sus brazos y rodó con él entre las sábanas. Amaba esas mañanas casuales.

—Dime, ¿qué te apetece comer?—Preguntó mientras dejaba castos besos en su mejilla—. ¿Omelette? ¿Pan francés? ¿Tamagoyaki y algo de sopa miso?—No, no era precisamente un as en la cocina, pero se había dado a la tarea de buscar algunas recetas en internet. Sabía que Aoba no podría comer pizza a diario como él.

Se mantuvo en aquella posición mientras escuchaba atento cada palabra del contrario. Curvo sus labios en una sonrisa ante tal proposición, aquello resultaba ser algo nuevo sin embargo no podía evitar el hecho de sentirse feliz. Lo queria tanto, todo en él lo hacía quererlo cada día más.

— Eso me encantaría ... — Afirmó con una pequeña sonrisa ante de acercarse a su rostro y dejar un beso sobre su mentón — O ... quizá podríamos hacerlo juntos ¿Que dices?

¿Así que por fin había despertado? Sonrió para sí cuando percibió aquel movimiento bajo las sábanas, y más aún cuando lo vio aparecer por debajo de las mismas con aquella expresión somnolienta.

—Ohayo...—dijo respondiendo a su saludo, sintiendo la calidez de su abrazo—. ¿Has dormido bien?—Preguntó mientras hacía a un lado su lectura para dejarle un beso sobre la frente y centrar su atención en él. Una de sus manos le recorrió la mejilla, como si pudiese esparcir tal rubor sobre los pómulos—. Eres un encanto incluso al despertar—. Aseveró antes de continuar—. Debes tener hambre. Podríamos pedir algo o... tal vez podría preparar algo para ti—. Mencionó eso último casi en un susurro; era la primera vez que se ofrecía a hacer algo para otra persona, pero si se trataba de Aoba, definitivamente se esforzaría.