-Por un breve instante voltea a verle, notando como ella se mantuvo en su lugar tan firme como una roca, el joven levanta una de sus cejas, extrañado por el repentino cambio en la joven. No pudo evitar detenerse en seco, se giró por completo y le miró desde la distancia.- ¿Qué ocurre? ¿Vas a llorar? -No lo dijo en broma, creyó que si le afectó lo que estaba diciendo.-

—La burla ajena la hizo parecer más plantada que antes en el suelo sobre el que estaba parada, su rigidez la hacía ver casi inerte, y su mano apretaba con saña la pelota con la que antes había jugueteado. Su mirada se volvió sombría y pesada, le miraba desde abajo, sus ojos cortaban como navajas, y su rostro se apreciaba severo, inexpresivo y absolutamente frío. Un aura distinta se apreciaba en ella, de esa que huele a peligro.— Retráctate. —dijo, con una voz casi metálica que no denostaba ni un ápice de la energía que había dejado ver antes.—

¡Hay una zona especial para deportes en el parque! No en plena vía donde puedes golpear a alguien. -Al no escuchar los pasos ajenos, él se detuvo y voltea a verla justo cuando esta comienza a comportarse mas enfadosa por la acusación que estaba haciendo, entonces sonríe, lo hace ampliamente y con cierta maldad.- Delincuente. -Dijo aquello y se echó a correr.- ¡Una delincuente, cuidado!

¡No es verdad! Estás en el perímetro del parque, ¡es totalmente legal! —argumentó, y sus pasos apremiaron detrás de él, con la pesadez y brusquedad que caracterizaban todos sus movimientos, y el hecho de que él la llamara delincuente (aunque de manera indirecta) la hizo parar en seco.— Oi, temee! ¡No soy una delincuente! ¡Retráctame! —gritó notable enojo en su voz, como si algo en ella se hubiese desencadenado ante tal acusación.—

El parque está mas allá, ¿Quién lanza pelotas cerca de donde la gente camina? Solo los delincuentes locos. -Respondía sin voltear a verla, simplemente caminando y aun fingiendo que buscaba al voltear de lado a lado.-
¿A quién crees que castiguen? ¿A alguien que solo estaba recostado en una banca o a alguien que estaba lanzando pelotas con fuerza como para matar a alguien?

¡Ha! Esto es un parque, baaaaaka. Soy libre de practicar todo lo que quiera aquí. —le sacó la lengua, confiada de su nuevo argumento, pero al verlo avanzar, lo siguió con pesados y sonoros pasos, para asegurarse de que no encontrara a ningún policía, a pesar de que estaba segura que nada pasaría... ¿O sí?— Anda, encuentra a quien sellará tu destino como delincuente juvenil. —dijo de mala gana.—

¿Si? ¿Practicando en vía publica y no en un parque o en el colegio? Claro, te salvará tu argumento. -Entonces comenzó a caminar, solo que se detuvo a unos cuantos pasos y fingió buscar, como si diera a entender con ello que en verdad buscaría un policía para acusar a la chica.- ¿Dónde habrá uno? Tal vez por allá.
-Murmuró aunque de manera audible y comenzó a caminar sin tener en cuenta a donde se dirigía.-

—Su nariz se arrugó un poco más al ver la enrojecida mejilla donde le había golpeado.— Un pequeño e inocente accidente mientras practicaba. —se encogió de hombros, y enarcó las cejas, siguiendo los movimientos ajenos con atención, ¿realmente iría con un policía? Seguramente era mentira.— ¡Y no soy una niña lanzadora! Mi nombre es Airi. ¡Airi!

-Acomodaría una de las agarraderas su mochila en el hombro correspondiente, el derecho, mientras sostenía esta con esa misma mano. Voltea a verle fijamente, muestra una pequeña sonrisa de medio labio y señala su mejilla enrojecida con un leve toque de su índice zurdo en dicha zona.- Explica esto, niña lanzadora.

¡No puedes probar nada! Así que ve por el policía, para que te lleven a la cárcel por acaparar una banca pública en el parque. —mintió descaradamente, pues sabía que eso no era un crimen, pero no se quedaría callada, y a la par que le respondía, escondía la pelota detrás de sí.—