Anubis aceptó el órgano ofrecido, aunque como dios de la muerte no necesitaba consumirlo. Sin embargo, valoraba el gesto y el simbolismo detrás de la ofrenda. Este observó la reacción de Hana, reconociendo su enojo y frustración. Percibió la intensidad de sus emociones y comprendió la causa de su malestar.

-Puedo sentir tu ira y dolor. El tiempo puede ser implacable, y a veces nuestras experiencias y recuerdos parecen destinados a desvanecerse en la eternidad. Sin embargo, debes recordar que no todo está perdido. Yo puedo asistirte.-

Anubis extendió su mano hacia Hana, ofreciéndole su apoyo y guía.

-Si decides aceptar mi ayuda, estoy aquí para acompañarte en este viaje. Solo tienes que decirme, quien o que es eso que te aflige y te prometo Juntos, podemos explorar los límites de tus dones y descubrir cómo utilizarlos de manera que te permita encontrar paz y plenitud en tu vida.-

Anubis esperó pacientemente la respuesta de Hana, respetando su decisión y su libre albedrío.