Por un momento sus palabras me llegaron, yo misma me había dicho una y otra vez que lo que hacía con la hermandad era un pacto con el diablo y algún día el tiro me saldría por la culata. La sensación de culpa me dejó callada y no quise responder más, lo cual seguramente él agradeció. Tomé mi cartera de la mesa y salí a quién sabe dónde, sólo tenía que olvidar un rato. {...}
O quizá hiciste un pacto con el diablo. - Intentó ser irónico, o por lo menos sarcástico, no entendía que quizá había una verdad salpicada en sus palabras. Alzó dramáticamente el brazo izquierdo, miró el reloj sin ver la hora en realidad. - Lo estoy, efectivamente.
Algunos, no estamos divagando por ahí. - Ahora parecía más bien nervioso. Paseó la vista de las zapatillas a sus zapatos, de iba, de venida, de regreso... Fue un minuto de incómodo silencio que terminó por concretar cuando, evidenciando su nula habilidad social, inició el paso rápido que marcó la graciosa huída.
La dejó sola y tal vez, con la palabra en la boca.
Cuando ella estaba cerca, una sensación de ser perseguido le nacía de lo más profundo. Y no le gustaba. -
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— Oh... De manera amable he venido a tratar de que respires aire que no esté encerrado en cuatro paredes y ahora salgo juzgada. Claro que como, pero hago tanto ejercicio como puedo, Roux.
Suspiro levantándome y restándole importancia al periódico en el cual seguramente estaba algún dato que consideraba importante, lo que él no sabía es que la hermandad era cuidadosa, si ellos veían alguna importancia pagaban lo necesario para quitar la noticia. Todo estaba calculado con ellos.
— Te dejo en paz, no quiero molestarte más, se nota que estás ocupado.
- Las pupilas clavadas en el papel, leen compulsivas una nota algo vieja. Quiere grabarse la información relevante, porque la presencia inoportuna le resta libertad para hacer anotaciones. Sus dedos tiemblan ansiosos y su atención se divide ineficiente entre la invitación y sus teorías locas. -
No tengo hambre. - Contundente dio su respuesta, antes había percibido que tenía intenciones de acercarse y aunque no convivía con otros lados de la... "familia , bien la hubiera dejado acercarse si no fuera porque estaba ansioso... "No confíes en nadie" se repetía al enrrollar el periódico, resguardándole bajo el brazo. -
Lo siento, pero últimamente... Como menos. - Sostuvo una mueca parecida a una sonrisa, fue rápido, no dejó que viera qué leía en aquel viejo documento. - Además, ¿comes?
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Mi sonrisa se amplió por aquella reacción y respuesta. Tomo asiento sobre la mesa subiendo solo una parte de uno de mis muslos mientras la otra la dejo anclada al suelo.
— No soy tan actual, pero hay de antigüedades a antigüedades. En fin, tienes razón, no vine solo a molestarte. Lo cual, aclaro, es uno de mis nuevos hobbies favoritos. Vine a invitarte a comer. — Hago una ligera pausa para que procese aquella idea. — Conozco lo que sientes por todo esto; el dinero, las familias... Los secretos.
Observo atenta la reacción de Antoni, tenía que averiguar qué tan obsesionado estaba con el caso de su hermano, saber qué tanto estaba descubriendo... Y quizá alejarlo un poco para que no corra riesgos, después de todo él quizá era el único bueno en este lugar.
. . . - Casi envidiaba su agilidad mental para las respuestas. El periódico se alzaba como una frágil barrera, no quería mirala. - Pocas personas aprecian cómo se siente tener el papel entre las manos.
¿Qué hace alguien tan actualizada aquí? No creo que lo más interesante en tu vida sea venir a recordarme, que existe internet.
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— ¿Interrumpo una conversación contigo mismo?
Quiso molestarlo un poco más, mientras se iba acercando con el sonido de sus tacones como alerta para él.
— ¿Por qué eres tan antigüo, Roux? Ya existe el periódico digital.
- Sus labios se curvaron hacia abajo y terminó por extender el periódico, de alguna manera para no verle la cara. - Ah, sí, hola, ¿que cómo estoy? ¡Muy bien! ¿Qué tal tú? Ah, no, espera, estás tan bestia, como siempre. - Era un juego ñoño de palabras, entre "bella" y "bestia". -
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Que lindo te ves, Roux... — Dijo de manera casi amable hasta que naturalmente agregó uno de sus comentarios agrios. — Cuando no te estás metiendo en asuntos ajenos, claro.
