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AntonellaBlack · 26-30, F
Hizo una pausa para enfocarse en la contraria. Los orbes grises de Antonella detallaban cada zona del rostro de la de ojos verdes. Esa mujer le generaba muchas sensaciones, se estaba empezando a sentir unida a ella.

— Creo que el mejor apostador a conquistarte, buscaría darte el mejor romance pero no cualquiera, uno que nunca olvides y del cual quedes prendida.

Sus palabras no perdían esa picardía y esa sagacidad, de hecho, mantenía su vista siempre a ella, sentía que ese momento había Sido intenso de buena manera.

— A tu forma pero si pienso que lo eres.

Le guiña con esa sonrisa ladina, el corazón le latía profundamente por hablar con Nina. Mantenía sus manos en los bolsillos de sus pantalones, ambas mujeres eran llamativas estando juntas.
— No sabría qué decirte. Creo que depende mucho de la persona.

Nina caminaba despacio, interesada en el panorama y los objetos en exposición. Por supuesto, no perdía de vista a Antonella, a quien le seguía hablando con miradas fugaces así como su sonrisa.

— Mírame, Nella. ¿Luzco como una mujer romántica?
AntonellaBlack · 26-30, F
— Tú me generas pasión...

Le mantiene esa sonrisa abriéndole la puerta y dejándola pasar primero como buena caballera italiana.
La azabache vuelve al lado de ella empezando el paseo por el piso de abajo, el principal, así observarian los objetos de época.

— Yo he oído que los rusos son románticos pero lo ocultan ¿Es cierto?
La confianza de sus palabras y sus accesorios, hicieron que la rusa se muerda fugazmente el labio.
Había sido una acompañante obediente y observadora, ahora frente a donde le había llevado, Nina se deleita bastante entusiasta por entrar.

— Eres muy teatral. Había oído que ustedes son así, pasionales.

Un comentario en tono cómico, apretando la mano de Antonella.
Parecían una pareja en luna de miel, por cómo se miraban y actuaban relajadas, entrando en el lugar.
AntonellaBlack · 26-30, F
¿Última vez? No, nada de última, se aseguraría de darle las mejores experiencias en aquella moto.

— Nadie conduce como yo y nunca se te va a olvidar todo esto

Lo aseguro, lo sentía. El camino finalizó luego de unos minutos al llegar a su primer paradero, la azabache estacionó retirando su casco, de forma salvaje agita su cabello para arreglarlo, una sonrisa a la pelirroja y la ayudaría a bajar de esa moto.

— Bienvenida Bella principessa a bella principessa

El lugar era una casa museo/café/restaurante una casa de cosas antiguas de la Italia de los 50's dónde podían vestirse de la época y tener acceso a temas de ese entonces.

— Sitio turístico, si no te gusta me voy a ese mismo puente y me tiró

Señala un puente a la lejanía divertida, la azabache va directo a la mano de la pelirroja tomando está sin entrelazar sus dedos.
El corazón estaba desbordante de emoción, incluso si sintió miedo en esa curva pero obediente acató las ordenes de la italiana. Estaba apretando más su cuerpo con los dedos, aferrada a ella y se podria oir su risa, pues estaba pensando en lo histérico que se pondría su padre si supiera lo que estaba haciendo.

— Comienzo a pensar que esta será mi primera y última vez en una motocicleta. Me encanta, pero no creo que nadie más conduzca como tú.

Tras el casco, la sonrisa cálida de esa pelirroja estaba presente, imposible de borrar.
Continuó mirando el paisaje, a pesar de la velocidad alta en la que iban.
AntonellaBlack · 26-30, F
— Te caí como anillo al dedo ~ conmigo no te vas aburrir

En seguida la moto aumenta por el acelerador, Antonella puso un poco más de adrenalina en aquella pista solitaria ahora, los autos se quedaban detrás, venía una curva y la azabache solo sonríe. 140 k/h subiendo a unos 180 k/h. La sensación en su abdomen era adrenalina pura.

— Quédate derecha como estás, voy a una curva, no te inclines conmigo porque ... Eres un ángel pero no quiero que te vayas aún a dónde perteneces ~

Con control la italiana maniobro inclinandose un poco a esa curva, la estaban pasando con tranquilidad. Nuevamente en pocos segundos otra vez estarían estables bajando la velocidad, Antonella hacia rugir esa moto en forma de coqueteo para Nina.

— Buena chica ~

Le gustaba sentir esos brazos bien apretados a su abdomen y sentir el pecho de la rusa en su espalda, una sensación que repetiría las veces que fuera necesario, le gustaban los abrazos por la espalda.
La velocidad, el viento, el calor del cuerpo ajeno. Todo el escenario era perfecto y si no hablaba, era por estar disfrutando de esas sensaciones.
Tenia los dedos entrelazados al frente, sobre el abdomen de la italiana y el rostro de lado mientras se recargaba en su espalda. Podía permanecer allí con ella por horas.

— Para ser una primera vez, me gusta demasiado.

Estar con ella en ese momento, sería un recuerdo que no podría compartir con nadie. Y eso, le daba un toque mas especial para Nina.

— Nella, te diré algo. Estas haciendo que mi estadía aqui sea mas divertida de lo que había planeado.
AntonellaBlack · 26-30, F
Nella hizo arrancar la moto pero la freno en seco, esto hizo que la pelirroja estuviera mucho más apegada a la espalda de la azabache, quizás que se aferrara por completo a su abdomen.

— Scusa prezioso, te siento tímida ~

Excusas para que la abrazará bien y vaya que era su mejor movimiento en moto para tenerla de esa forma. Ya con su cometido hecho arrancó para ir al lugar que le había prometido a la rusa.

Las luces de la autopista en la noche daban ese tono nostálgico y hasta vintage, habían pocos autos y Antonella solo se sentía como la dueña del lugar. El viento era fuerte por los 120 k/h que iban, a veces bajaba un poco para no asustar a la rusa. Lo bueno de esos cascos es que tenían intercomunicador.

— ¿Te gusta el paseo?

Se escuchó la voz de la mujer en el casco de la pelirroja en lo interno.
— Primera vez.

A Nina se le ilumina el rostro con una sonrisa, admirando a esa mujer. ¿Conduciría tan bien como se veía? Quería averiguarlo.
Su padre nunca la dejó conducir una motocicleta, por riesgos que alguien en el negocio no podía correr en Rusia.
Luego de colocarse el casco, mueve la cabeza de lado haciendo sonar una risa irreprimible.

— ¿Me éstas secuestrando entonces? No se si piensas pedir rescate por mi... No estoy asustada, mi secuestradora es muy bonita.

Finalmente se sentó detrás de ella, sujetándose por su cintura. Lista, más que lista para conocer los rincones de Italia que Nella decidiera enseñarle.

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