Aquella italiana mientras más pasaba el tiempo más madura se ponía en todo sentido, en especial en su físico. Esa mirada felina grisácea estaba más interesada en esa boca que había abandonado. Su diestra abandono el cuello pero su otra mano no, sus dedos de la diestra pasaron en esos labios. Antonella no dejaba de detallarle, sus orbes grises se paseaban en esos labios que sonreían, en la punta de su nariz, incluso en sus pómulos y su cabello.
Los dedos seguían acariciando ese labio inferior presionando sutil hacia abajo.
— Dilo... di mi nombre.
Musita observando a esa mujer que tenía de rodillas a casi la misma altura que ella.
— Quiero escucharte decir mi nombre..
"Antonella" "Anto" "Nella" cuando Nina pronunciaba alguno de ellos sentía que era de ella, que le pertenecia su nombre a sus labios, que solo ella tenía potestad de llamarle.
Acercó esos labios con olor a vodka dejando un beso corto, luego un beso a su mejilla, seguía esperando.
Esa era una manera muy divina y eficaz de hacerle beber cualquier cosa. En ese intercambio tan erótico Antonella le quitó el aliento, recibiendo con su lengua el líquido y más que eso; puesto que la besaría muy lento. Sus manos se sujetan de las piernas de la italiana, y con la boca deleitandose era muy agradable la presión que recibía en el cuello.
— ...~
Con calma se separa de ella, apenas para poder tragar y sonreír.
• Antonella posa la otra mano teniendo ambas en ese cuello presionando con gusto y erotismo. Continuaba besando con habilidad y entusiasmo esa boca que tanto extrañó.
La espalda de la azabache se ensanchaba al estar en esa posición de rodillas y sosteniendo el cuello de Nina con dominio a su Merced.
Seguía aprendiendo ruso, algunas frases aún le costaba para formular y decir pero entendía a la perfección lo que su mujer le decía.
— Quieta.
Fue lo único que dijo acariciando esa cabeza de cabellos rojizos, pasaba sus dedos deslizándose por debajo de ese menton rascando suave como si está fuera una felina.
El abdomen de esa mujer se alejo de aquella mejilla que se frotaba en su camisa de botones, la rusa sentiría ese vacío pero sin mucha demora la azabache solo tuvo que dar pocos pasos que se escuchaban por los tacones de sus botas en el suelo al caminar, tomo la botella cercana abriéndola, se arrodilló un poco dando un trago a este en pico, mantuvo líquido en su boca y allí con su mano al cuello ajeno atrajo a Nina.
Los labios no demoraron en intercambiar aquel líquido a la boca ajena de forma sensual. La lengua de Antonella alcoholizada acaricia y se mezcla con la de su esposa en un intercambio lento y pronunciado. Antonella posa la otra mano teniendo ambas en ese c
Sutil, Nina relame sus labios. Pareció no importarle la bofetada, pues mantiene una sonrisa por esa voz que la estremece por completo.
¿Sería ya momento de ponerse un poco rebelde? A ciegas, inclina su cabeza hacia la pelvis de la italiana. Su mejilla se frota lento en esa zona; quizá podía jugar si se lo permitía.
Anto toma con su mano aquel menton y lo eleva para que le mire desde su posición. La otra mano toma la tela, con una sonrisa plácida se inclino un poco vendado aquellos ojos hasta anudar detrás de la cabeza de la pelirroja, ajustó lo necesario para que ella no viera nada.
Nina solo tendría el sentido del oído y el tacto, era más erótico hacerlo así. Pronto los labios finos de Nella roban un beso a estos.
— Как насчет того, чтобы выпить немного водки?
Acariciaba la mejilla dejando una sola bofetada suave en provocación.
La rusa se comporta al principio dócil, quedando de rodillas como Anto le ordena. Su mirada era muy intensa, felina y con esas intenciones de obedecer llevó ambas manos a la parte posterior de la italiana. No fue sutil al deslizar las manos por los glúteos, revisando en ambos bolsillos hasta dar con la tela.
— Aquí tienes.
En el abdomen de su esposa apoya la venda, todo esto sin dejar de mostrar esa pequeña sonrisa en sus labios.
La voltea en frente de su cuerpo y la presiona por sus hombros para que está se arrodille. Nina pudo bajar hasta estar a la altura de la pelvis de la azabache. Antonella toma del menton a la pelirroja para que le mire.
— En mi bolsillo trasero está una venda rojiza, sácala sin moverte de tu sitio.
Da la primera orden, tenía en el bolsillo trasero de su pantalón aquella venda, solo quería que Nina pasará sus manos por los firmes gluteos de la mujer, así si rostro estaría cerca de su cremallera.
