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AntonellaBlack · 26-30, F
— No, no me molesta... Te lo estoy ofreciendo

La voz de la azabache estaba calma, suave y con ese grosor de la italiana, sonreía ladina culminando con sus pulgares. La azabache dejo su palma en el hombro de ella dejando suaves caricias.

— Guardaré el documento en mi escritorio, así no se traspapela con otros documentos...

Suelta su hombro mirandole de pie mientras ella seguía sentada.

— Está noche iré a tu habitación, luego que te bañes me encargo del resto.

Su mirada gris se pone en los verdes ajenos, era una mirada amable y atenta, cumpliría su promesa de hacerla sentir mejor.
Sus ojos se mantienen cerrados al oírla hablar. Tenía que admitirlo, esas manos sabían dar masajes y su oferta le tentaba, aunque Nina no podía evitar sonrojarse suave al recordar en qué terminaban los "masajes" entre ellas.

Sin embargo, Antonella menciona que cuando caiga dormida finalmente, se iría. Asiente despacio.

— Si no te molesta, aceptaré ese masaje. Y claro, no tardaré en encontrarla, tengo un par en mente.
AntonellaBlack · 26-30, F
— Quizás pueda ir a tu habitación y hacerte un masaje para que duermas

Hizo presión con ambos pulgares en el medio de su nuca, deslizaba sus dedos con una fuerza media relajando la zona.

— Primero te puedes bañar con agua caliente para relajar los músculos... Luego un buen masaje con aceite y... Un té para dormir, creo que te haría bien

Musita ofreciendo esa solución que quería hacer por ella.

— Luego que duermas me voy a mi habitación...

La pregunta dónde ella necesitaba respuesta Antonella se la daría.

— En cuanto consigas a la persona que te reemplazará, firmaré tu renuncia... Así me das una semana para tramitar a la nueva persona mientras le entrenas tu misma. ¿Estás de acuerdo?
Emitió un suspiro relajante, no podía negar que esos suaves masajes se sentían bien.

— Ya no sé lo que es dormir, Nella.

Bromea, con cierta verdad. No le gustaba admitirlo pero desde que dormía sola le costaba conciliar bien el sueño.

— ¿Entonces?
AntonellaBlack · 26-30, F
Posar su mirada con la de ella, pese a que le sostenía la mirada, lo admitía, la azabache no tenía perdón, se derretía por aquella mujer cuando esta le miraba. Hizo un esfuerzo por desviar su mirada a su espalda y asentir despacio.

Sus pulgares no se detenían masajeando, eran amables y delicados, sabía cómo tocar aquella piel.

— Estás un poco tensa en los hombros... ¿Haz dormido bien?

Seguía pensativa en ir a la casa de su hijo y en lo de una nueva persona que ocupará el puesto de la pelirroja, sinceramente prefería estar sola que tener a alguien más. Antonella tenía un modo de trabajo que Nina conocía bien.
La rusa prefirió el silencio, dejándola hablar y al sentir sus manos no se tensó. Solamente cerró los ojos con un suave suspiro; extrañaba su toque. Nina tendría que acostumbrarse a la ausencia de esas manos, en algún momento.

— ¿Aquí? Puede no ser el mejor lugar para cuidarla pero podrías ir a casa de Ciro. Ahí estaremos.

Elevó su vista, sonriendo con calma.

— Gracias. Yo no me iré sin conseguir un reemplazo para mi puesto, me encargaré perdonarme de conseguir a alguien adecuado.
AntonellaBlack · 26-30, F
(...) concentrarte en escribir... ¿Que dices?

Aunque Nina no le viera, Antonella sonreía suave, le emocionaba que volviera a escribir.
AntonellaBlack · 26-30, F
Era cierto, Nina tenía el Don de la escritura, la azabache lo sabía antes de casarse con ella. Sabía que Nina le había dado prioridad a otras cosas, a la empresa, a los niños a la misma italiana, lo reconocía, Nina se había esforzado en otras cosas y había dejado a un lado otras.

Antonella seguía en silencio caminando por el espacio de su oficina hasta volver a estar detrás de la pelirroja. Se atrevió a posar su manos en los hombros ajenos dejando una sutil caricia y apretón suave como masaje.

— Siempre tuve preguntas del porque no seguiste escribiendo, nunca quise preguntar porque siempre pensé que era algo muy tuyo, otro mundo que era muy aparte del resto.

Continuaba con esos pulgares aplicando una sutil y suave fuerza.

— Me llena el corazón que vuelvas a encontrarte con tus escritos.

Una de sus manos fue en caricia a esa mejilla y menton con sus dedos, lo hacía con cuidado y calma.

— ¿Estarás bien con Donna? Puedo traerla aquí al trabajo, así tienes días para
Nina mantuvo el semblante sereno, mirando la taza que a simple vista estaba caliente.
Cruza sus piernas, balancea una de ellas sin fijarse en Antonella, ya sabía que la noticia no fue recibida con alegría.

— Por supuesto, esto no tiene que ver con la empresa. Ni contigo, si eso piensas.

Hizo una breve pausa, sonriendo con esa nueva esperanza que sentía ante la vida. Quería un cambio, lo estaba intentando.

— Volveré a escribir. Antes de estar aquí, antes de casarme contigo y los niños, yo era Escritora. Siempre fue mi pasión, volveré a ella y mientras lo hago, voy a enfocarme en ayudar a Ciro con Donna.
AntonellaBlack · 26-30, F
La cafetera emanaba ese delicioso olor a café recién hecho, sirviendo con calma y dándole la espalda a la pelirroja le escuchaba.

Hubo un silencio en las palabras de la rusa donde Antonella se tomaba ese momento para reflexionar.

— ... Hum

Dió pasos calmos hasta estar detrás de Nina, puso aquella taza aún lado del escritorio dejando que el humo subiera. Antonella observaba desde la espalda de la mujer aquel documento. Con la misma mano que sirvió el café tomo el papel leyéndolo o eso aparentaba, la palabra "Renuncia" le revolvía el estómago.

— Sería una lastima perder a una gran trabajadora como tú por temas que no tienen que ver con la empresa.

Nuevamente coloca el documento en frente de Nina. La azabache no quería sentarse, quería caminar y pensar, cada día toda esa presión de separarse con Nina sentía que le asesinaban despacio.

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