Yo…Yo…—Divagó por unos segundos—: ¿Me recuerdas mis…? Olvídalo, lo tengo, improvisaré. Pep, Te amo y te amaré por siempre, tú le das sentido a mi vida; eres la razón de levantarme cada mañana para hacer lo que mejor sé hacer, dibujar una sonrisa en esos codiciables labios… Okay, página equivocada. (?) Prometo, cuidarte, protegerte ante cualquier adversidad, amarte y respetarte por el resto de mi vida, porque tú… Eres una mujer única, excepcional y soy el hombre más feliz en la Tierra por tenerte aquí conmigo.
No negó el reír por el pequeño chiste, bajo y breve, pero evidente ante la sonrisa que perduró plasmada en su rostro, tan cálida y radiante ante el cúmulo de emociones convergiendo en ese momento tan único y especial, tan suyo. Los sentimientos salieron a flote, liberándose al punto de juguetear en su garganta con insistencia en un nudo que no quería soltar, no quería llorar aún fuera de felicidad. Así que pasó saliva y tomó un pequeño trago de aire que en breve libero en un terso y sutil suspiro, el preludio de sus palabras.—Y yo, Virginia Potts, prometo serte fiel en lo próspero y lo adverso, en la salud, la adversidad, amarte y respetarte por el resto de nuestras vidas; prometo cuidarte y hacer valer cada momento que estemos juntos, y seguir teniendo toda la paciencia del mundo sólo para ti, porqué sabes que gran parte de ello nos ha hecho llegar aquí. —Rió nuevamente, lo decía como mero juego, era obvio que si habían llegado hasta ese punto (...)
