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Oh, great. Lo arruiné de nuevo, Friday ¿Lo arruiné? —Se dijo a sí mismo y a su IA, moviendo la cabeza en negación y a cabizbajo; inhalando y exhalando con profundidad. En el cristal de aquellas gafas de sol —cuán display— comenzaron a surgir datos numéricos e información básica de utilidad sobre el salón. Una sensual pero sintética voz femenina respondió ante el llamado «¡Oh, Tony! ¿Volviste a dejar plantada a la Srta. Potts?» Le recriminó, culpándolo por el desenlace de aquél festejo. Stark sonrió, a regañadientes y mascullando contestó—: Ah, sí, seguro. Por eso mientras todos bailan y celebran, yo estoy solitario, con dos Vodka Martinis secos en mis manos como si fuese la “Carrie White” de la fiesta. Please, Friday. Ahórrate las conjeturas y llámala.
FRIDAY rio, mofándose de aquella sardónica replica por parte de Tony; procediendo con la petición:

«Ay Tony. Llamando...»
Para finalizar añadió las aceitunas —con extra, por supuesto—, antes de pasarse la barra nuevamente y proceder a retirarse con los dos martinis; con total desvergüenza de lo que había hecho.—: Asombrosa charla. Si me disculpas, tengo a una sedienta mujer que complacer. —Dio por finalizada aquella conversación con la Reportera, antes de que pudiese añadir comentario alguno.—: Okay... Un placer… Sr. Stark. —Simplemente se mantuvo maravillada, sin poder digerir exactamente lo que acababa de pasar.

Nuevamente comenzó a transitar entre la multitud, cuidando de que no fuesen a estropear los cócteles. Sin embargo; para su sorpresa, Pepper no se encontraba en aquél sitio donde previamente bailaron, ni siquiera en las cercanías. Por ello, decidió buscarle en todos los lindes de aquél salón hasta darse por vencido.—: (...)
—Hasta finalmente hallar las dos que buscaba.—: Tu sí, vendrás conmigo. Tú también. —Y así, haciéndolas girar por los aires para luego agarrarlas de nuevo; cuan malabarista y sin que cayesen al suelo, se dirigió de nuevo hasta la barra, donde tenía el resto de utensilios para elaborarlo, comenzando a mezclar el Vodka con el dulce Vermutrosso” seco en el interior de una coctelera; añadiendo hielo, antes de cubrirla y agitarla. Obsequiando una mirada serena a la mujer, mientras procedía a complementar la respuesta anterior tan poco detallada que había ofrecido.—: Sí, cariño. Iremos a Sorbonne Nouvelle. Y no, definitivamente no podrá ser este mes, tenemos compromisos en Moscú. —Concluyó, tanto de hablar como de preparar las bebidas, vertiéndolas en dos copas tipo cóctel; con tanta gracia y estilo, que realmente parecía ser o haber sido un Barman.

(...)
[med]Bien, cool. Suficiente.[/med]

—Tony por su parte y con prontitud, introdujo la diestra en el interior de su saco; justo en el saquillo de aquél distinguido traje, tomando entre los dedos la bisagra de unos lentes de sol, de matices bermellones y un distinguido armazón áureo con negro, ataviando sus ojos con ellas. Para luego, dedicar un efímero vistazo a sus costados antes de flexionar las rodillas, pasándose intrépidamente por debajo de la barra. La paciencia se le había agotado. La reportera, le observaba atónita, fisgoneando con suma curiosidad aquello que el magnate estaba por realizar; sí, los dos susodichos Vodkas Martinis secos.

Aproximándose a la vítrea estantería donde se ubicaban ordenadas y seccionadas las botellas de alcohol. Tomando algunas entre sus manos al azar y leyendo melindrosamente las etiquetas.—: No, tu no. —Comenzando a descartar aquellas que no le servían.—: Tú tampoco.
Espero que no. Por la… salubridad de mis bebidas. —Acompañándose con gestos expresivos de la siniestra, por su parte, a la par en que hablaba.—: Haha Sr. Stark. Usted se ha caracterizado en los últimos meses por generosas conferencias donde aprueba y sufraga los proyectos de estudiantes universitarios. —Interpeló, haciendo uso de una pequeña grabadora de voz digital que sostenía con la diestra, oprimiendo el botón de “Grabar” con el pulgar.—: Nos encontramos en ansiosa espera por su visita a la Universidad de Sorbonne Nouvelle en París, mis fuentes me informan que lo hará este mes. —Anexionó, observando al excéntrico magnate con palpable interés en su respuesta; la cuál fue prácticamente inmediata.—: Sí y no. —Sentenció con una respuesta cortante y escueta. Mientras la periodista francesa curioseaba aquella contestación con perplejidad, como si desease más detalles.—: (...)
Estoy fascinada de conocerle finalmente ¿Cómo está pasando la noche? —Preguntó, evidentemente emocionada de cruzar palabras con el magnate. A lo que él respondió con usual causticidad y premura en su hablar; natural en él.—: Er, ignorando el hecho de que llevo varios minutos esperando por dos Martinis. Fantástico. —Resaltó la última palabra con un acento más pronunciado, esbozando de nuevo una sonrisa “carismática” pero leve y ligera; casi como un espasmo facial.—: Oh, qué desafortunado. El servicio ha estado eficiente toda la noche ¿Qué podría haber pasado? —Agregó, buscando al Barman como Tony lo había hecho anteriormente, extrañada por la inusitada desaparición del mismo.—: ¿Algún malestar que le ha llevado al tocador quizás? .—: Oh —Jadeó en un profundo suspiro resignado, interceptando aquella pregunta nada agradable con una respuesta sarcástica.—: (...)
Justo cuando pensaba hacer algo al respecto por su propia cuenta, una voz femenina le interrumpió a sus espaldas, haciéndole voltear casi de inmediato para entablar una no-deseada conversación en un momento nada-oportuno.—: ¡OMG! —Dijo con impresión, ocultando efusivamente sus fauces con las manos, a lo que Tony correspondió con una amplia sonrisa de oreja a oreja; totalmente fingida, pero sin apartar la mirada en los ojos verdemar de la fémina. Era increíble que no pudiesen dejarle tranquilo incluso en una ceremonia—: ¡Pero si es el célebre Tony Stark!.—: Uhum, me atrapaste.—: Soy Ivette de la revista Vogue.—: Yep, eso dice tu gafete. —Mencionó el carismático varón hablando entre dientes, señalando discretamente la identificación pendida en su vestido, antes de estrechar la frágil mano femenil con galantería y cortesía, recobrando la seriedad en su semblante.—: (...)
«¿Toilette? ¡¿Justo ahora?! Oh God! Esto es horrible.» —Discurrió cómicamente en los pensamientos, cerrando los párpados con suavidad y negando con la cabeza en resignación.—: «¡Ni un dedo encima pondrá sobre las copas! Ni hablar, los prepararé yo mismo.» —Frotando las maduras facciones de su faz con la derecha, ahora apoyando la barbilla sobre la palma, usando el codo como soporte. Si algo caracterizaba a Tony Stark más allá de ser todo un Showman, eran sus escrupulosos procederes en ciertas circunstancias; como ésta por ejemplo. Sus parpados “adormilados”, de inapetente y desalentada expresión, revelaban la reacción del magnate ante aquella inusual tardanza.

Debía regresar con esos Vodka Martini Secos, sí o sí; no había discusión.

(...)
Su acentuado mirar, fugaz, recorrió aquél salón con serenidad plena pero sin demasiada discreción, enfocando el interés principalmente en las proximidades donde anteriormente se hallaba bailando con tan amena compañía; su prometida, buscando distinguir entre la muchedumbre, la actual ubicación de Pepper.

Permaneció cómodamente recostado sobre la barra —donde además se encontraban algunas copas, listas para emplearse—, apoyando el antebrazo diestro, aparentemente imperturbable, sacudiéndose la muñeca diestra y ayudándose con la siniestra para deslizar ligeramente la manga de su saco, observando de soslayó aquél sofisticado y futurista reloj de pulso que le indicaba la hora, golpeando la mesa ligeramente con los dedos índice y corazón; en repetidas ocasiones, mostrándose peculiarmente impaciente, alzando las cejas con un gesto irónico pero sobrio, y a la par en que sus pardos ojos momentáneamente buscaban al barman; quien por ningún lado parecía dar señales de vida.—: (...)
Refinado y tenue, suena la sutil armonía del piano encargado de ambientar la —hasta el momento— magnífica velada. Aquél fastuoso magnate, no podía fingir más la satisfacción que aquello le originaba, se podía apreciar en un pequeño esbozo sonriente; de medio lado, a un costado en sus comisuras. «Lo tienes, Tony. Le encanta, por supuesto que sí.» Dijo para sí mismo, en la privacidad de sus pensamientos; ésta vez quería hacerlo bien, maravilloso e impecable, anhelaba que fuese la noche perfecta para Pepper, sin eventualidades fortuitas que le obligasen a vestir la afamada y acerada armadura, en lugar de su estiloso traje de ceremonia, hilvanado por el gurú de la moda Tom Ford expresamente para él; después de todo, las excentricidades del superhéroe parecían no conocer límite alguno. (...)

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