26-30, F
[ Sólo RP. No +18]
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SW-User
Por supuesto, entonces iniciaré:
[sep]
** Era una cálida mañana donde el sol desde lo alto del firmamento entregaba todas sus dádivas. Los rayos dorados animaban la tierra y las flores abrían sus pétalos ante su cálida presencia. El trinar de las pequeñas aves que revoloteaban por los inmensos jardines y bosques llenaba el ambiente de una melodía tan encantadora que cualquier persona hubiese deseado permanecer ahí y congelar tan agradable momento para poder disfrutarlo por largo tiempo, o por lo menos así pensaba la joven que iba cabalgando en un hermoso corcel de un color tan blanco como la nieve por unos senderos desconocidos aún para ella. Estaba en un país extraño, había decidido tomar unas merecidas vacaciones después de los largos eventos que había tenido. Lo único que deseaba era despejar su mente de las tantas obligaciones que solía desempeñar y vivir al menos por esos días de descanso como un ser humano común y corriente.
Cabalgo por largos minutos, a través de un espeso bosque hasta llegar a una agradable planicie tan verde que hipnotizaba. Cerca de un riachuelo dejo que su caballo se refrescara del largo trajín y mientras se sentaba en el verde césped, disfrutaba del silencio que le brindaba la naturaleza. Normalmente lo que solía escuchar era el bullicio de la ciudad, cosa que a veces solía estresarla, por lo que amaba disfrutar del campo y la naturaleza que la recibían de brazos abiertos con su conocida calma y paz tan deseada. Observar con detalle a las pequeñas criaturas que correteaban por los pastos, las aves que revoloteaban y anidaban en las ramas de los frondosos árboles, le traía recuerdos gratos de cuando niña solía acampar con su abuelo. Pero desde que descubrió su verdadero origen, solo había batallado y ver con pesar el sufrimiento de las personas inocentes, por ello, el pasar así, aunque sea por unos minutos, la llenaba de gran dicha.
En compañía de su montura, disfruto así de un día apacible, hasta que el cielo cambio su color azul por un tono naranja, anunciando el atardecer próximo. Al no conocer bien el lugar donde se encontraba decidió regresar por la misma ruta que había usado anteriormente, pero aun deseando contemplar las maravillas de esas tierras, decidió caminar un poco al lado de su caballo, esperando ver más sorpresas en el camino. **
[sep]
** Era una cálida mañana donde el sol desde lo alto del firmamento entregaba todas sus dádivas. Los rayos dorados animaban la tierra y las flores abrían sus pétalos ante su cálida presencia. El trinar de las pequeñas aves que revoloteaban por los inmensos jardines y bosques llenaba el ambiente de una melodía tan encantadora que cualquier persona hubiese deseado permanecer ahí y congelar tan agradable momento para poder disfrutarlo por largo tiempo, o por lo menos así pensaba la joven que iba cabalgando en un hermoso corcel de un color tan blanco como la nieve por unos senderos desconocidos aún para ella. Estaba en un país extraño, había decidido tomar unas merecidas vacaciones después de los largos eventos que había tenido. Lo único que deseaba era despejar su mente de las tantas obligaciones que solía desempeñar y vivir al menos por esos días de descanso como un ser humano común y corriente.
Cabalgo por largos minutos, a través de un espeso bosque hasta llegar a una agradable planicie tan verde que hipnotizaba. Cerca de un riachuelo dejo que su caballo se refrescara del largo trajín y mientras se sentaba en el verde césped, disfrutaba del silencio que le brindaba la naturaleza. Normalmente lo que solía escuchar era el bullicio de la ciudad, cosa que a veces solía estresarla, por lo que amaba disfrutar del campo y la naturaleza que la recibían de brazos abiertos con su conocida calma y paz tan deseada. Observar con detalle a las pequeñas criaturas que correteaban por los pastos, las aves que revoloteaban y anidaban en las ramas de los frondosos árboles, le traía recuerdos gratos de cuando niña solía acampar con su abuelo. Pero desde que descubrió su verdadero origen, solo había batallado y ver con pesar el sufrimiento de las personas inocentes, por ello, el pasar así, aunque sea por unos minutos, la llenaba de gran dicha.
En compañía de su montura, disfruto así de un día apacible, hasta que el cielo cambio su color azul por un tono naranja, anunciando el atardecer próximo. Al no conocer bien el lugar donde se encontraba decidió regresar por la misma ruta que había usado anteriormente, pero aun deseando contemplar las maravillas de esas tierras, decidió caminar un poco al lado de su caballo, esperando ver más sorpresas en el camino. **