— ¡Vuelve, te prometo que no iremos a visitar a mi madre esta vez! Sé que no quieres hacer un escándalo, así que detente ahí. Golpearme y huir es muy bajo para ti, cariño. —Volvió a hablar con una extraña amabilidad y hasta intentando sonreír de una manera tan risueña que ni él mismo se creía. De hecho, tuvo que morderse el labio para aguantar la necesidad de gritarle más de un millón de maldiciones por su insolencia, por esa que seguía marcada en su cara y hervía como el resto de su sangre con cada segundo que pasaba. — Ven, hablemos, por favor.

No era para tanto, incluso él pensaba que un maldito beso no era para esa clase de acciones desesperadas.

Una vez que sus ojos alcanzaron a divisarla, apresuró el paso hasta convertir su caminata en trote y posterior en carrera. Era más rápido que ella, de seguro, y con mejor condición física por la vida tan apresurada que él mismo vivía. Su única determinación, en ese momento, era alcanzarla para cobrar las recompensas que le debía por todos los destrozos causados en su vida en menos tiempo del que toda una vida de pandillero debía.

— ¡Será mejor que te detengas de una vez! —Levantó la voz, sin miedo alguno de que otros pudieran escucharlo, y aunque parecía fulminarla con la mirada, su tono había sido bastante sereno con una advertencia pacífica. — ¡Cariño, no hagas más difícil esto! —Mantuvo ese tono sereno, ligeramente animado con el meloso apodo que le volvió a dar. Después de todo, la gente podía malinterpretar la situación y causar más problemas de los que y

Tenía que admitirlo, la chica era fuerte o, al menos, le había golpeado con todas sus fuerzas. ¿Tanto escándalo por un maldito beso? Ni que él fuera tan horrible, el beso tan terrible y ni que fuera el primero en su vida. Y allí, mientras el encargado intentaba no perder los estribos por el acontecimiento, las ideas de Logan se conectaron. Se apresuró a tomar el llavero que le correspondía, porque después de todo ese lío lo había causado el dependiente y, sin siquiera pagar, se apresuró a salir de la tienda mientras que buscaba a la mujer. Iba a matarla, sin duda. Primero la estúpida mordida, después la pérdida de la figura y ahora esa bofetada, ¿en qué demonios pensaba?

Maldiciones pequeñas y grandes, entre murmuros, iban saliendo de la boca de Logan mientras se apresuraba en revisar los alrededores para encontrarla. No podía estar muy lejos de allí, no cuando debía sentirse tan avergonzada y arrepentida, quizá, de la escena que minutos atrás hubiese hecho.

El silencio se hizo presente de una manera sepulcral. Nadie se atrevía a decir una sola palabra y mucho menos respirar mientras contemplaban la escena de una manera expectante. Algunos se llevaban las manos a la boca, otros parecían tan desorientado como el mismo Logan y, aunque fuese raro, no faltaba el que se estaba aguantando las ganas de reírse. Y es que ese momento, que debería ser dulce y ameno, según la teoría del manga shōjo, se había convertido en algo tan extraño y desagradable. El cuchicheo, ante la escapatoria de la rubia, no se hizo esperar con esa confesión que soltó y llegó a oídos de todos. ¿Es que acaso esa era una auténtica discusión de pareja?

Logan se quedó en silencio, sin decir una sola palabra mientras se saboreaba la boca: Amargo por el ridículo y un toque, muy ligero, con sabor a sangre del golpe. Abrió la boca un par de veces, de manera lenta mientras que se sostenía la mejilla herida con la mano.

Realmente no la creía capaz de seguir ese juego tan fácilmente. Después de todo parecía una chica risueña, de esas que sueñan durante años por tener un hermoso amor romántico y maravilloso como las películas o los animes de romance los pintaban. Besarse con un desconocido en una tienda otaku, para obtener descuento en un miserable llavero, no era probablemente, ni por asomo, lo que ella había llegado a planear para un beso. Mientras que, para Logan, un beso podía ser apenas comparable con un apretón de manos o poco menos que un saludo; era algo a lo que estaba habituado con la chica de turno o con aquella que se lo llegaba a pedir en alguna de las fiestas donde el alcohol causaba estragos. Pero nunca había sido por un propósito tan infame como conseguir algo, que ni siquiera quería del todo, con descuento. Pero ahí estaba, dispuesto a todo solo para fastidiarla y escuchar su reacción. Creía que con eso bastaría para tenerla a sus pies. Pero no podía estar más equivocado en ese momento.

(...) Fue cuestión de segundos para que la rubia alzara su puño, y con toda la fuerza que su cuerpo tenía, lo dirigió al rostro del chico. Su intención era golpearlo, pero también alejarlo de ella. Y ahí iba otra vez, tomando malas decisiones y arruinando aun más su imagen en el mundo humano. Excelente trabajo, Annette.
Ya más consiente de lo que acababa de hacer, victima del pánico, tomó dos llaveros del mostrador y salió huyendo de aquel local, empujando a quien se atravesara en su camino. —¡Eres un estúpido! ¡No te quiero volver a ver! — Gritaba mientras huía de aquel lugar, su meta era llegar a algún callejón para poder huir, pero el que conocía estaba bastante alejado de aquella locación.

(...) Pero todo cambio ni bien aquel empleado recordó las condiciones para obtener lo que se les había prometido: un beso. Bueno… Jamás había besado a nadie que no fueran miembros de su familia. ¿Qué tan malo sería besar a alguien en la mejilla por un llavero? Que pensamiento tan inocente de su parte.
Cuando el azabache acortó la distancia entre ambos, su sorpresa era infinita. ¿No iba a ser un simple beso en la mejilla? Peor aún… ¿Qué rayos le había insinuado con su comentario? ¡Suficiente! Ya este tipo al fin le había colmado la paciencia, de nuevo. No fue suficiente el incidente anterior a la mordida, ¿seguía tratándola de tonta? Que descaro.
Si bien, el desconocido parecía estarse tomando el momento con mayor seriedad, Annette más que asustada, sintió nuevamente una enorme furia. Ningún llavero valía la pena tener que aguantar a un idiota como este, y peor aun entregarle su primer beso. (...)

El ser llevada por aquel desconocido, aunado a que la gente en el local se les quedaba viendo, sólo hacia aumentar su ansiedad. Quería salir corriendo, pero eso significaría que ya no podría volver a comprar ahí, ¡y era de las tiendas mejor surtidas! No podía hacer una escena así ahora. Claro, el chico que los atendía parecía ser bastante comprensivo, hasta para ofrecerles llaveros en oferta. Eso sí, durante todo el discurso que el chico se aventó, no pudo evitar pensar que era bastante raro. ¿Cómo podía emparejar a un par de desconocidos peleando?
Observó los llaveros, eran bastante bonitos. Claro, no eran la figura de Rengoku que quería, pero servirían de consuelo. Tras meditar un poco, logró elegir el que considero más adorable de Mitsuri. Lo mejor era que tenia la oportunidad de adquirirlo antes de que el diseño fuera descontinuado. Tal vez ese día de locos no sea tan malo después de todo. No pudo evitar sonreír al sentirse de mejor ánimo. (...)

Aun así, tomó el llavero que le interesaba y lo dejó a un lado para indicar que ese sería suyo. Esperó a que ella eligiera, volvió a observarla de reojo y se acercó, especialmente con el rostro hasta el de ella, para intentar concretar aquella acción. Sin embargo, primero había que dejar las cosas “en claro”.

— Solo es un beso de juego, no te lo vayas a tomar tan enserio. —Murmuró con una risilla que se aguantó dejando solo esa sonrisa ladina y tonta sobre los labios. Con la mano derecha le acarició la mejilla, con toda la dulzura que sus manos podían tener para no estrangularla ahí mismo, porque no se le olvidaba la mordida que aún seguía ligeramente roja en su brazo. Así se apoyó y, de a poco, se fue acercando a sus labios mientras, como un idiota “enamorado” cerraba los ojos ante tan “mágico” momento que debía concretarse como cierre de ese trato.

Logan resopló, vaya día de mierda que estaba viviendo y encima debía soportar esa aptitud de estúpido que tenía el otro tipo, como si estuviese viendo uno de esos animes shōjo con una escena super melosa que podía derretir a cualquiera o hacerlos llorar ante la emoción de los sentimientos en el corazón de la doncella. Puras patrañas. Sin embargo, tal vez por el descuento o tal vez por fastidiarla, tanto como ella ya lo había hecho, no estaba tan mal cumplir con esa parte. Después de todo, aunque era una bruta y una tonta, no podía negar que era bastante guapa y también linda, una buena chica para ser novia de cualquier idiota hijo de papi o que no sacara tan fácil de sus casillas.

De reojo, miró a su acompañante, finalmente la había soltado solo para que pudiera admirar los llaveros como él. La opción de Iguro no era tan mala, pero pensar que haría pareja con alguien más, era desesperante.