AnneRoss

-Asintió crédula de la normalidad de sus actos compulsivos. Al seguir escuchando a Anne cruzó su brazo derecho sobre el abdomen, para poder atrapar el otro con su mano. La pequeña ira había desaparecido, pero ahora sentía algo de vergüenza por su inexperiencia en las grandes ciudades.- No me pasó por distraída, Anne. El lugar correcto para circular es por la derecha, aún en las veredas . No es mi culpa que las personas de aquí no sepan caminar. -Frunció el entrecejo, regresando la mirada a su prenda manchada.- Y ese hombre al parecer tampoco sabía caminar. Entiendo que fue un accidente pero... -Suspiró, prefiriendo no seguir.- ¿Tu que haces? -Se asomó sobre la mesa, intentando descifrar sus tareas.-

Hay muchísima gente en las calles, ¡seguro más de lo reglamentado! Y están todos muy pegados, me empujaron veintisiete veces el hombro y solo hice cinco cuadras. - Mientras tanto se acercaba algo tensa a su prima, ignoró totalmente la invitación a sentarse, pues ya estaba sobrepasada de contacto humano. Se paró del otro lado de la mesa. - Y para colmo un sujeto me arrojó su café. -Resopló alarmada, como si aquello fuese una catástrofe.-

-Aquella tarde regresó al departamento agotada y congelada por la falta de abrigo. Los hombros le pesaban como si hubiese estado trabajando fuerza todo el día, pero en verdad sólo durmió una siesta en el parque. Cabizbaja entró con el sweater manchado por el extraño en la mano deseando encontrar alguien allí.- La ciudad... Es realmente abrumadora. -Confesó con ojos bien abiertos al ver a su prima.-

—Sí. ¿Se ven las succiones? —Respondió a su broma, moviendo el rostro de lado a lado fingiendo tener marcas. Su vista se desvió de la pelirroja al chico dos mesas atrás de ella, que aún la miraba con recelo. Le sonrió con burla, sabiéndose victoriosa, y volvió la vista a los ojos claros de la chica.

¿Cómo describir su relación con Anne? La primera vez que Katara llegó al país, fue un intento frustrado de escapar de su familia. Pero había sido tonta y dejó demasiadas pistas en su camino. Sin embargo, en los pocos días que estuvo ahí, la conoció. Y le ayudó. Anne fue la amiga que no había tenido antes. La segunda y última vez que visitó el país, bueno... Ella era su ángel de la guarda. Aunque no lo demostrara mucho, la japonesa la quería como a pocas personas en su vida.

—Bueno, yo... Quiero pedirte algo. —Se refugió bajo el suéter blanco de punto, ya de por sí encogida por el frío. Había escogido una de las mesas pegadas a las ventanas del exterior. —Pero antes, mira. —Sacó algo del bolsillo de su abrigo. Era un folleto y dentro tenía un ticket. Era un pase doble para asistir a una ponencia muestra de un pintor famoso en Nueva York. —Hay un concurso y habrán cinco seleccionados para diseñar el nuevo logo del museo y la presentación. Incluso si no quieres participar, creo que la presentación será bonita. —Le tendió el papel arrugado y el ticket, antes de suspirar. Sólo aplazaba la petición que quería hacerle. Al final no habría forma correcta de decirlo.

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