Al inicio no parecía convencido; proyectaba una mirada altiva y desconfiada, ceñuda más por costumbre que por afán. Pero no tardó en encontrar convincente la actitud de la mujer; más que sus palabras, fue la expresión de ella la que lo hizo despejar dudas y fruncir tanto la nariz como el filtrum en un suspiro.

Parece hastiado, impaciente.


—Debo encontrarlo. —

Rommel no da detalles extra; omite que incluso ha puesto pie en casa de la madre de Cedric, para encontrarse con que ni ella conoce su paradero. En cuanto a él, realmente no ha habido pelea alguna; la relación de ambos se sumió en un limbo oscuro e incierto. Era como un cadáver colgando de una esquina, inerte, inexpresivo.

Pero no consideraba necesario compartirle tanta información a Anne.

— Está evitando a todos. El cabrón hace todo más difícil. Como sea, si lo ves... Dile que me busque. Tiene que ver con el negocio y Grünthe. Grün - the. —

—¿Rommel? ¿Qué haces acá? —no disimuló su sorpresa, quizás tendría un año o más desde la última vez que había visto al muchacho. Anne se ajustó la correa del bolso y se acercó hacia él, confundida. — Tengo meses sin saber de Cedric. No me ha llamado ni ha respondido mis mensajes tampoco. No me sorprendería si tiene a alguien nuevo y por eso me evita... ¿Acaso pelearon otra vez, tú y él?

— Cedric. ¿Dónde? —

No es precisamente un acercamiento educado ; pero tampoco se puede esperar mucha decencia de Rommel, quien llevaba casi una hora esperando a la mujer fuera de aquel complejo departamental.

— Ese cabrón lleva semanas evitando mis llamadas, necesito saber dónde está. ¿Tienes alguna idea? —