No comprendía del todo la curiosidad que sentía Lucifer hacía ella, los seres divinos eran sin duda misteriosos, pero era mutuo ese interés aunque por su parte, Angel, trataba de no ser muy obvia. No apartó la vista cuando limpió su rostro, solamente se dejó hacer y después volvió su atención al cuerpo sin vida. — Un alma desafortunada, es lo que es. Nada más. — El victimario volviéndose víctima. Un desgraciado que había dañado y roto una familia por unas cuantas monedas de oro, el pago fue generoso por la vida de una rata. Sin embargo reconocía que Lucifer tenía razón, tarde o temprano Angel jalaría del gatillo equivocado pero mientras eso aún no sucediera, no pensaba parar.
Bastó con inclinarse ligeramente a un costado para esquivar esa precisa daga. Si se hubiese tratado de cualquier mortal, habría dado justo en un punto vital. Se acercó a ella, quitándose el guante derecho al sujetarlo entre sus dientes, luego lo tomó con la otra mano. —Son un peligro los humanos con tus habilidades, tanto para otros, como para si mismos. Tarde o temprano harás enojar a alguien y desearás que tu mami venga a rescatarte.— Por supuesto se refería a ella misma. Con su pulgar limpió aquél hermoso rostro, la piel inmaculada que nada envidiaría a un ser celestial real, ella hacía honor a su nombre. Quizás por eso le causaba tanta curiosidad. —¿Quién era esa pobre alma? Roguemos porque Lilith lo trate como se merece allá abajo.
Si había algo con lo que contaba Angel, era suerte. Se enderezó suspirando pesadamente, llevando su diestra hacía su cabeza para peinar su cabello hacía atrás. Unas cuantas manchas de sangre sobre su rostro le hacían perder la apariencia tan pulcra que solía tener. — ¿Quién eres?, ¿Mi mamá que viene a regañarme por qué no ordene mi pieza?. — Malhumorada arrojó una daga hacía atrás sabiendo que no le daría pero al menos si a la puerta tras ella. — El lo volvió complicado, si no hubiera chillado cómo cerdo quizás lo habría hecho más limpio. — Se levantó y retrocedió un poco mirando la escena. — Pero agradezco tu preocupación, Lucifer. — sonrió ladina, claro que aquello le había ofendido.
No pudo evitar reír. Los humanos eran bien quién sabe cómo. Con las manos en los bolsillos de la chamarra que usaba caminó hacia ella y el cadáver que tenía debajo. —Ni Chucky se atrevió a tanto.— Se burló, dando un toque con la punta de su bota al cuerpo inerte debajo de un charco rojo. —Espero que no te ofendas, querida. Pero eres bastante desordenada con esto de la sangre. En vez de reclamarme por no tocar, deberías dar gracias por que he sido yo quien te ha encontrado.
