-En cuanto Nahiara se pronunció de aquella forma frunció los labios ¿Por que últimamente estaba empecinada a criticar todo lo que hacía o pensaba?.Se volteó a Amaris y con medio tono más bajo pronunció- Escucha a tu hermana. Debes hacer lo que tus padres dicen -Entonces sonrió para sí y se levantó. Le guiñó el ojo a la pequeña y fue en busca de Naharis, un tanto curioso a ver donde se dirigía tanto como para buscar un lado a solas donde poder hablar con ella en un lugar más privado-
—O tal vez no deberías incitarla a salir... —Nahiara se acercaba a paso lento hacia el claro dónde sus hermanos descansaban. Había visto pasar a Aelin custodiada por Eru, pero no los interceptó en el camino. —Hay seres peligrosos fuera de estas paredes y hasta no saber cómo enfrentarlos a todos y cada uno es mejor que las niñas pequeñas se queden en casa como indican su madre. —Todo esto lo dijo a la carrera. Sentía pena por lo que le decía a su hermanita, pero sabía, por experiencia propia, que no se podía confiar en nadie. Siguió luego su camino, pues ella fue en busca de algo que vio destellar desde su ventana y quería averiguar qué era.-
Más allá...-Pensó un momento mientras recordaba su propia niñez. Cerró los ojos y respiró profundo- Ví flores que colgaban blancas, como campanas, todas juntas en pequeñas hileras. Si las arrancabas podías comerlas, eran suaves y dulces. También habían bayas hermosas de colores brillantes pero no podías comerlas. Eran venenosas. Ríos, cascadas. -Abrió los ojos un momento para observar al rededor- Cada cosa crecía donde pudiese. No había tanto orden como acá. También habían muchos animales que no he visto por acá. Tal vez algún día te lleve a conocer fuera de este reino.
Con su permiso princesa Amaris, tengo que cuidar a su hermana hasta el castillo, confío en que su hermano la puede cuidar. —Se inclinaba de forma leve y se retiraba para ir detrás de Aelin con la intención de cuidarla.
