AmakusaBlizzard

En un parque apacible de ramaje oscuros, como aquellos en un hondo huerto de olivos, a pareció la figura de un joven Asesino, quien fue atraído por el turbio tormento de un ente cuya energía esbozaba infinidades de sentimientos. Aun cuando aquel asesino podía disfrutar de el dulce aroma del pasto semi-humedecido y la tierra, su mente perpetuaba enfocada en una profunda meditación que sondeaba las incontables variaciones en el campo electromagnético sutil e intangiblemente omnipresente en el planeta, sirviéndose apenas del que emanaba en los alrededores.

Bajo un Astro rey calmo, yacía inerte “Unmei”, cual el mundo lo esperaba laxo de sufrimiento. Sin embargo, eran los escasos rayos solares que con estelas de luces reflejaban el llorar de los serafines, que presentían el surcar de la muerte. Curioso por la naturaleza de aquella presencia y tentado por la posibilidad de que fuese un enemigo de potencial especialmente particular; se decidió a averiguarlo.

Preparándose cual guerrero para la batalla, se encamino con inigualable celeridad, transformándose en una corriente poderosa capaz de aplastar rocas. Mas rápido que la vista humana, sus pies; alcanzaron la velocidad de un impala. Y de ser cual heraldo de la muerte, saliendo de entre las sombras, no tardo mucho en encontrar con exactitud el portador de tal poder. -Ya veo, interesante. Asi que tu eres el sujeto que expande esa inmensurable energía. Que divertido, siento como el clímax corre por mi cuerpo. Quiero ver tu sangre en mis manos.- Dijo Unmei, esbozando sobre sus labios una amplia sonrisa, que surco desde su labio inferior hasta sus orejas. Es luego que este estruendosamente dejaba escapar grandes cantidades de energía eléctrica sobre su figura. Elegantemente y con la luz del sol, la figura del Asesino mostraría el poder que en el corría.

Impávido, su hermoso rostros de ojos ambarinos manifestaba un gesto claro de inconformismo, velado tras el perfecto marco de una cabellera verdacea, tan suave como una fina cascada de agua, cuyo mechones oscilaban de un lado al otro, en un baile singular, acariciando su frágil piel, que era como un hueso blanqueado.-Tienes dos opciones. Peleas o peleas.- Dijo este, con una respiración agitada, pues la emoción abrazo su audacia.