Respiró aliviada de que su pequeña mentira hubiese surtido el efecto esperado. —¿Ah?...— Al parecer, esa chica era bastante avispada, y Altria había olvidado por completo que sostenía su bastón. Llevó ambas manos a la espalda, como si quisiera ocultarlo, pero el objeto mágico le sacaba varias cabezas. —Mi maestro es alguien muy diestro, en efecto... ¡Pero no tiene caso hablar de él! Dicen que si nombras al diablo aparecerá.— Y lo que menos quería era a Merlin tratando de seducir a esa pobre chica, que seguro encontraría bastante bonita. —Si... También creo que cualquier persona con el talento suficiente podría practicar magia, sin importar su posición. ¡Aunque aún estoy bastante verde! Tengo un camino muy largo que recorrer.