-esta hecho bola en su prisión, prisión puesta por Charlie 2p al ser demasiado amable con ella, el miedo ya lo superaba el terror a los cazadores era igual de grande sin importar cual de las versiones de Alastor era. Se encogió temblando en medio de lágrimas con cada ladrido que escuchaba de los perros cazadores -
N..no quiero seguir aquí... Por... Por favor no más...
¿Que sucede? Ven, ya no estarás atrapado. Te voy a cuidar, vamos a casa, anda~
—Mantuvo la mano hacia él para animarlo a salir, debía admitir que, orgulloso o sumiso, nunca le gustó ver a Alastor tan desprotegido o herido a pesar de su orgullo.—
-camino lentamente con la dulce y suave voz que ya reconocía y interpretaba como algo de confianza, se detuvo hasta la pequeña luna metalica que divide su prisión del exterior es un demonio muy obediente y no saldría a pesar del terror que sentía al estar alli-
—Era tonto pero nunca había visto unas llaves, aunque si grilletes y candados. Verlo así le recordaba gran parte de como los humanos le tenían tiempo atrás. Al ver aquellas cosas en el candado, supuso que se abriría fácil, por lo que eso hizo y abrió la puerta con calma para no asustarlo, extendiendo su mano.—
Ven, Alastor... Ya no hay perros, no te lastimarán~
-mentiría si dijera que lo recordaba pero sus recuerdos solo se limitan a los otros 4 que viven en el Hotel donde le han permitido vivir. Giraba su cabeza observando con gracia lo que intentaba hacer el hombre cuando las llaves están puestas en el candado de su puerta. Podía salir si quería pero por recuerdos del pasado ya no se tomaba ni la molestia de pensar en abrir su celda -
-lentamente sus ojos fueron recurriendo a la invasora luz que había procedido de los invasores ¿o quizás compañeros? Que adentraban a su prisión. Dar respuestas no era permitido para un siervo como el menos cuando tenía una ama tan amenazante, posesiva y peligrosa lo último que deseaba era poner en problemas a personas ajenas. Con sus ojos vidriosos vio a las tres figuras aquel alastor no temía a ser visto en una forma tan débil. Temeroso Retrocedió dejando a sus pies el charco de sangre producto de las heridas que le causaron los perros de los cazadores cuando lo cazaron... Como cervatillo se escondió volviendo a quedar en la oscuridad de su prisión -
—A pesar de todo, sabía de su temor a los perros y el escuchar su voz cerca de tantos ladridos le alertó. Cómo pudo, dio con él, mirándolo en aquel lugar, sin saber cómo llegó ahí pero acercandose rápidamente a ayudarlo, ahuyentando a los perros.—
