—La calma lo consumió de nuevo, el estrés podía ser letal para un pequeño conejo, agradecía tener a su ciervo a un lado para calmarlo, acurrucandose más contra él.—
—Cuando terminó en su regazo, los ataques le hacían terminar cayendo de lado y seguir pataleando a la nada, al menos hasta que sus orejas se movieron atraído por la melodía, comenzando a calmarse. El ataque cesó, pudiendo ponerse de pie y acurrucarse como una pequeña bola de pelos de nuevo.—
-ha pasado mucho tiempo desde que toco un instrumento pero la condición lo amerita, con unas cuerdas qué cargaba improviso un instrumento de cuerda. Se sentó dejando al conejo entre sus piernas comenzando a tocar la melodia esperando que todo fuera mejor y se calmara -
—Se dejó llevar de nuevo, costandole un poco el poder calmarse, era bien sabido que para los conejos el estrés era malo y le dieron pequeños ataques repentinos donde empezó a patalear al aire al ser cargado.—
-Se pone de pie, comprendía perfectamente la actitud del conejo. Suspira un poco, sólo quería arreglar las cosas pero ve que no será posible. Con ojos llorosos mira al ciervo que la reverencio y se lleva al conejo para que se calmará. Sólo quería hacer las paces pero ve que sólo ocasiona problemas y que no es bienvenida en ese lugar por el conejo. Simplemente, se va volando y no molestaría más.-
-tiene demasiado consentido a su conejo, reverencio a la dama no desea estresar más a su pequeña criatura. Lo tomo con cuidado en su boca para llevarlo a la montaña para que se calmara -
—Detuvo su golpeteo sólo por el ciervo, pero seguía sintiéndose agredido. No había lugar donde pudiera estar a solas con el ciervo pues esa mujer no parecía querer compartirlo sino acapararlo, incluso ahora tenía el descaro de buscarle cuando fue con él únicamente, manteniendo las orejas abajo a la defensiva.—
