AloisAnonimo

- ¿Un demonio? Vaya, qué interesante. -Diría el joven viendo con singular frialdad.- - ¿Usted es un noble, cierto? ¿Y como noble de buena categoría, debería ser más educado ante una invitación?

- Posiblemente, aunque en realidad, estudiar y comprender la mente humana es la última cosa que podría considerar importante, es efímera. ¡Oh, vamos ni estimado! ¿Porqué la congoja? ¿Acaso mi dulce hogar y mi presencia no te hacen sentir mejor? -Preguntó el inestable vampiro, siendo amable por primera vez ante un humano.- - Cuán vampiros hay para presenciar ésta calma y visita de un humano

- Lo cierto es que ... somos inmortales pero ¿ajos? ¿luz del sol? ¡Te han engañado mi estimado! Déjame ilustrar la hermosa naturaleza que ha vivido en mi desde que tengo uso de razón. La ficción y el morbo del humano estúpido ha incidido en meter toda la clase de absurdas ideas acerca del vampirismo, es una clara intención de hacer creer a las mentes más ignorantes en una mezcla de mitos y realidades. Cómo podrás observar, los crucifijos y las iglesias no son nada para nosotros, siquiera les tememos, al contrario, podría decirse que mantenemos una afición y gusto por observarles. Sin embargo, los féretros son muy necesarios aunque no obligatorios, ahora dime pequeño humano ¿porqué un chico como tú ha caído en la red de un demonio? -Arqueó la ceja, tomando asiento en un cómodo y bellísimo sillón de todo aristócrata, haciendo una leve señal con su mano en invitación al rubio de tomar asiento junto a él para hablar más a profundidad. Pese a que Alois es un humano, Kanato sentía una comodidad hablar con un mortal lejos de quererle asesinar o beber su sangre. Su basta intención es dejarle vivo, una especie de misericordia que aparece muy poco en el inestable adolescente.-

- ¿Cuál mujer, pequeño humano? -Respondió en modo de pregunta haciendo caso omiso a la aparición de a bellísima fémina, ama y madre de Kanato, como de los demás vampiros que habitan la mansión. Kanato simplemente actuó con un pincelazo de demencia, aunque sabía el contexto que refiere el rubio, sin embargo prefería no quitarle la emoción al asunto- ¿Te refieres a Ciel Phamtonhive? -Arqueó la ceja cambiando rotundamente su expresión.- Si, es cierto que he escuchado hablar de él, pero nada puede hacer ése pequeño humano junto con una rata demoníaca, sabes, los demonios y los vampiros nunca hemos guardado una relación estrecha de llamada alianza o lealtad. Nosotros, como seres de la noche, solemos velar por nuestros propios intereses, si deseas asesinarle, no te detendré, pero has de saber que no te aguarda nada bueno enfrentarte a otro demonio de la misma índole del mismo que te acompaña aún estando en mi humilde morada.

- Kanato alza la ceja y después dejaría escapar una risa tan sádica.- ¡HA Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaj! No es mala idea tenerte en mi colección. -Relamió sus labios, fijando su vista en el cuello del pequeño Conde, pero después reafirmó su postura y respondió.- ¿Qué te parece molestar a más humanos como tú? Sé que te gustaría verlos sufrir en plena tortura psicológica, mi mayor especialidad, además es noche de los Santos Muertos, es genial cuando los ves languidecer en su tormento eterno, sin una pizca de paz. O supongo que aún deseas descansar, después de todo, eres un humano, y las noches aquí son eternas, no se asemejan en nada a lo que acostumbras.

- Tks, los humanos son tan predecibles, aburridos y bastante infantiles. Bien, te dejaré decidir. ¿Que deseas jugar, pequeño Conde? -Le cuestionó con verdaderos aires de maldad, el inestable vampiro estaba dispuesto hacer cualquier cosa que el rubio le indique, después de todo, jugar siempre con sus víctimas resulta ser un gran deleite para él.- -

- ¡No soy un puto perro! -Exclamó molesto el vampiro- Recuerda que no estás en tu estúpida mansión con tus juguetes ni tus pañales, bebito. Recuerda que en los dominios de un vampiro, nunca es grato jugar con tu suerte, a no ser que ... -Relamió sus labios.- Desees terminar cómo aquellas putas que forman parte de mi colección. ¡JA! Hahahahahahahaahahaha, puedo imaginarte vestido de novia, el blanco te queda bien.

-Habían llegado al cementerio, rodeado de tumbas muy hermosas y grandes mausoleos que cuentan una historia trágica detrás de ellas.-

-Veo que no le temes a la muerte, bien. ¿Qué te parece si jugamos entre as tumbas? Tu te escondes y yo iré detrás de ti, o viceversa. ¿Jugamos?

-Sus gélidos labios se posicionaron en el oído de Alois Trancy, susurrando con aires de verdadera crueldad.- Si yo fuera tu, tendría cuidado de la manera en que hablas, no es muy inteligente hacer enfadar a un ser de la noche. -Diría el excéntrico adolescente, habiéndose colocado a un costado del rubio en el menor tiempo a un parpadeo. Kanato le sonrió cuán perverso y siniestro en su mirada cristalina y de tono lila.- -¿Te gustaría jugar en el cementerio? -Cuestionó fijando ésa malévola mirada carente de toda caridad o misericordia. A las afueras de la mansión, apenas el sol iba a salir, pero aún se encontraba oscuro bajo el sereno de la tenue noche que pronto iba a ser reemplazada por los rayos de sol.-

- ¡Ja! ¡Hahahahahahahahahahahahahahaha! ¿Pero acaso no has disfrutado de la muerte? -Reiría con sarcasmo, comiendo ahora un pequeño bocado y deglutiéndolo con rapidez,- Sabes, cuando una persona muere, ésta cambia, deja de ser un humano, mueren como un perro: con la cola entre las patas. Cambia todo de ellos, su rostro, su expresión ... la cual casi siempre es de horror. ¿No lo has notado? -Cuestionó el irascible vampiro viendo al joven Alois con gran deleite al poseerlo como un invitado especial.-

*Kanato siempre se diferenció de sus hermanos por ser un chico con un dote para el canto, y por supuesto, por la extrema maldad que irradia con el hecho de poseer una colección de cadáveres femeninos. Pero la vista del peliculiar adolescente, le llevó al sello que se marca en la lengua de su invitado, el sello de contrato con el demonio que le cuida.-

- Muy bien, muy bien, no es necesario la agresión, estimado visitante. -Respondió con ése toque siniestro y de gran dulzor en su melodiosa voz, comenzando a caminar nuevamente entre largos y lúgubres pasillos que aparentan ser un laberinto.-

*El vampiro abrió una de las puertas que pronto daría acceso a un enorme comedor de gran lujo. Así mismo había sobre la espaciosa mesa rectangular un lujoso banquete, cuyo delicioso aroma impregnaba el sitio.- ¡Vamos, vamos, deleitate estimado visitante! -Tomaría asiento y se sirvió una gran rebanada de pastel adornado con frutos rojos.- -El trato está cerrado, será un honor para mi trabajar con usted, Alois Trancy. Por el momento, coma y deguste lo que desee -Dijo brindando un primer bocado al delicioso postre.-