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Dicen que nada es eterno, aun no me conocen...
About Me
About Me
Nombre: Allan Argento

Fecha de nacimiento: 19 de Noviembre 1718

Nacionalidad: Italiana.

Descripción física:

1.80 mts de altura.
Tez blanca
Ojos negros
Cabellos negros
Musculatura promedio.

Historia:

Primogénito de la familia Argento el mayor de los tres hermanos.

Nacido en Sicilia (Italia) en el seno de una familia adinerada, productores de vino.

Después de la desaparición de sus hermanos y tras años de lamentación, decidió restablecerse en la que siglos antes fuese su casa, retomar el negocio familiar.

[b][center]El inicio del fin[/center][/b]

Hoy comencé a recordar el inicio de mi fin, esos bellos ojos, su piel, su sonrisa tan perfecta sus largos cabellos negros y para ser claros no me refiero a la bruja, demonio mayor de mi infierno personal, más bien hablo de ella, el ángel de luz que me mostró el verdadero cielo con tan sólo una mirada. Aun ahora, varios siglos después, la recuerdo, bella, dulce y con aroma a violetas, jamás olvidaré ese aroma y sus labios rosas tan invitantes.

Había pasado ya un tiempo desde mi aventura carnal con Úrsula, mi bruja, mi demonio, ahora era ella, quien clamaba por mi ser y yo, satisfecho de su piel y harto de su presencia le negaba hasta la más mínima mirada. Mis hermanos actuaban con ella de igual manera, cual si no existiera y más ahora que ambos compartían su vida con bellas mujeres de piel de porcelana, cuya belleza opacaba sin duda a esa que una vez los tres deseamos.

Yo por mi parte era acechado noche a noche por mis culpas, no podía amarla pero aun así había tomado su cuerpo había sido un capricho para mí, el remordimiento me quitaba el sueño y fue así, en una de esa noches de desvelo que la vi… La luz de la luna iluminaba su piel, tan bella, tan frágil, en sus ojos grises me perdí.

Recuerdo mi sorpresa al verla a la mañana siguiente en el jardín, las rosas resaltaban más su belleza, titubeé un momento para acercarme a ella, ella me sonrió y yo me perdí, me olvide de todo, de Úrsula, de su piel y su molesta presencia, me volví presa de ese aroma a violetas, vaya estúpido error mío, los días pasaban y mi fragante dama, se convertía en mi mundo… aún recuerdo el primer beso que robé de sus labios tan torpe, puro e infantil.

Yo estaba decidido ella sería mi esposa, sin duda alguna quería vivir toda la eternidad a su lado, quién diría que mi deseo se haría realidad, por lo menos en parte

22 de julio de 1740

Este día sin duda marcó mi vida, lo había logrado, mi bella dama se había convertido en mi esposa el día anterior y esta era nuestra primer mañana juntos. Abrí los ojos y le miré dormir, pobre y estúpido iluso, tardé poco menos de 1 minuto en notarlo, mi bella violeta, el gran amor de toda mi historia estaba sumida ahora en aquel sueño eterno, ya no vería sus ojos, ya no escucharía su suave voz llamarme. Un grito de dolor, trancó mi garganta, la tomé en mis brazos y lloré con desesperación, dos gritos ajenos a mi persona me hicieron olvidarme por un segundo de mi dolor, fue justo en ese momento que lo comprendí todo…

Tres ataúdes y miles de rosas despidieron a las mujeres que una vez amaron a los hermanos Argento. La desgracia comenzó. Al poco tiempo murieron mis padres y nos sumergimos en la ruina, solo teníamos una casa vacía y una existencia sin sentido, pero la teníamos a ella ,nuestra bella bruja que aun buscaba cualquier excusa para meterse en nuestras camas, si tan sólo las cosas hubiesen sido diferentes. Si mi dulce violeta estuviese a mi lado… No se podía más, cegados por el dolor, decidimos que sería mejor terminar con nuestra existencia, saltaríamos a vacío. Al fin que ya nos estábamos hundiendo en él…

De pie, en el techo de aquella casa que vio nuestro mejores momentos, nos miramos una última vez, esperando así encontrarnos en el más allá y yo anhelé volver a verla. Recuerdo el aire correr por mis mejillas mientras caía, el ruido seco y el doloroso impacto de mi ser contra el piso, el ver a mis hermanos en un bello charco carmín, un suspiro que creí era el último… mas extrañamente, el dolor se fue y sin saber cómo, me puse de pie al igual que ellos, nuestras miradas se desviaron de inmediato al techo del cual saltamos y ahí, de pie, mirándonos estaba ella, nuestra bruja. Las lágrimas corrían por sus mejillas, aun después de tanto tiempo no logro descifrar que fue lo que dijo, justo antes de lanzarse al vacío.

Mi bruja murió, cerró con su sangre un contrato eterno: no conoceríamos el descanso, y yo jamás volvería a ver a mi amor….

La vida...Ese sería nuestro castigo