-Apreta sus ojos, sacudiendo su cabeza quería olvidar ese recuerdo tan doloroso para él. Una puerta aparece enfrente suyo, con cabeza hace un ademán para que Alinna le siga.- Vamos, ¿O piensas quedarte sufriendo?. -Mirando por la puerta hacia el valle de las puertas.-

-Desvía la mirada- No recuerdo porque lo cree, tengo muchos diarios y no se en cual sale cuando cree esta puerta, lo que se es que necesitaba una puerta número mil -se siente mal por aquello, en ese momento aparece frente a Wukong una puerta que estaba abierta, afuera se encontraba el valle de las puertas, el lugar donde habían estado antes-

-Su visión desaparece, una mezcla de colores inunda el lugar y se disipa. Se da cuenta que Alinna estuvo todo enfrente suyo. Su semblante está serio y preocupado, mirando a la chica.- Salgamos de aquí, ¿Porque creaste esto?. Es una tortura mental, aberrante. -Le da la espalda.-

-En ese momento la visión desapareció dejando aquello en un tono blanquecino, sin nada en ambas personas, se dio cuenta de que había estado frente a Wukong todo el tiempo, sonrió preguntandose mentalmente porque había creado esa puerta... pero no lo recordaba bien- Wukong... ¿salimos ya de aquí?

-Wukong siente un gran dolor, ver, recordar esa parte de ancestral pasado de la masacre de sus hermanos monos y la impotencia de no poder resucitarlos, viendo al Wukong (El de la visión) sumido en el dolor. Ahora usando sus poderes, mueve los cadaveres de su gente a una gran fosa para enterrarlos. Odiaba la mortalidad, aquella maldita muerte que le quito lo que más amaba, el artífice fue el Demonio Rey Toro, aprovechandose del dolor del Gran Sabio para que atacará el Cielo, desatando una gran guerra.-

los ángeles principales quién se coloco de pie preocupado por la dama, le dirigió una mirada, ella despego del suelo la frente, gimoteó un poco y hablo- Todo... Para que no sufra, la extracción si desea, la expulsión si requiere, la muerte si me atrae misericordia... -Una sonrisa leve se dibujo en los labios del máximo, imperceptible para la mayoría, pero alinna la vio, por primera vez en su larga existencia... Sintió que el Máximo, no era la gloria prometida a los humanos. la que miraba aquella visión, al borde del abismo del dolor se desplomo cerrando sus ojos, no quería ver mas de aquello-

Esa persona... Sabra, o no... Dijo una voz, la voz del máximo en la cima de los pilares, Alinna (La de la visión) se cae de rodillas al suelo con los ojos llenos de lágrimas colocando su frente en el suelo- ¡Os imploro piedad para esa persona! ¡No sabe aquello que causa en mi alma! ¡Nada ha ocurrido! ¿Qué se escaparía de los ojos del máximo? ¿Qué cosa podría si quiera no pasar en su monitoreo? os imploro, castigadme a mi, pero... pero que el no se entere de tal barbarie -Aquello lo decía con la voz quebrada, los principales parecían querer ayudarla pero el Máximo miraba con ira y despreocupación, habló con tono seco y algo malvado- "Entonces, para ello, si deseais que perdonemos tal acto de vuestra parte sin tomar represalias en contra de ese ser deberías abandonar tus habilidades... Sugiero que la sentencia sea... la extracción" -allí esas palabras retumbaron la extracción era un antiguo ritual, y uno de los mas crueles entre celestiales- "No es justo" -e

-Esa mezcla de colores se transforma en su reino, el Monte Huago. Varios de sus hermanos monos y espiritus yacen muertos, una gran masacre se produjo en el lugar. Una mujer china, una kitsune de orejas puntiagudas y cola blanca está muerta, un aura demoniaca le rodea. Se ve a su sí mismo gritando de dolor, gritando "Resucitar a los muertos" su gran poder estremece la tierra y el viento pero... no era una deidad reconocida, sólo un inmortal divino y el poder de resucitar es el único que no puede dominar.-

¿Wukong? ¡Wukong eres tu! -Sale corriendo hacia una figura que parece ser la del mono pero no era él, en realidad era su propia figura entre los pilares del Juicio Divino, un lugar donde jamás desearía estar, su visión se tornaba más clara, en el lugar habían 4 ángeles principales y la Deidad suprema. la ángel conocida como Alinna se encontraba arrodillada en medio de aquellos pilares de marfil mientras le miraban de forma acusadora y dictaminaban aparentemente una sentencia-

¿Alinna?. ¿Estás bien?. -Preguntó, buscando a la contraria con la mirada pero la neblina le obstaculiza la visión, sus orbes se iluminan de color doradas buscando indicios demoniacos en el lugar o la esencia divina de la ángel. El escenario se vuelve un revoltijo de luces, colores que se mezclan entre sí. Eso le trae un mal presentimiento.-