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41-45, M
Hell Prince
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[code]*Acepta el beso de buen agrado, casi con devoción, y se nota en su rostro al suavizar su expresión, y con ello, reflejarse la inocencia de la juventud que casi siempre se esfuerza por ocultar. Cuando dice aquello, lo mira con curiosidad, intentando dilucidar sus palabras.*

¿Más poder a uno de elloos...?

*Y en efecto, lo que si hacen es matarse, en la mayoría de los casos, aunque en otros prefieres jugarse con traiciones y estratagemas por el poder, y es algo que le sigue preocupando al menor de sobre manera.*

¿Y si deciden hacer otra cosa...? Has pasado mucho tiempo en ese lago...

*Nuevamente las palabras quedan atrapadas en sus pensamientos, pues teme decir algo que pueda enfurecer a su amo o, en otro caso, que pueda descubrirse para él que tienen maneras de destruir toda esperanza que ahora tiene.*[/code]
[code]*Camina junto a él en dirección al castillo, y cuando lo escucha cerca de su oído tan sólo se le ocurre asentir con la cabeza ante dicho comentario.*

¿Las hormigas?

*Inquiere con algo de cautela, antes de entrar al castillo, pues, si bien entiende perfectamente a que se refiere, no es lo que le parecen a él, al menos no en ese momento y niega sutilmente con la cabeza, dando pocos pasos para colocarse frente al mayor y mirarlo a los ojos, con una leve preocupación.*

Fueron capaces de destruir a dioses para ponerse como los amos de todo esto... y...

*Las siguientes palabras se quedan ahogadas en su garganta, en sus pensamientos, preguntándose si el casi pronunciar:
No quisiera hicieran lo mismo contigo
; No sería más que un efecto más en el control del peliplata sobre él, o una equivocación suya, debido al sentir de nuevas emociones que hasta ese momento consideraba desconocidas.*[/code]
[code]No puede más que sino maravillarse ante la maravilla que se edifica enfrente de sus ojos, y más maravillado está aún de contemplar el resultado final. Con un suspiro de emoción que le roba el aire, musita en voz airada mirando a los ojos a su señor y aferrándose a su brazo cual niño pequeño que acaba de llegar al parque de diversiones de sus sueños.

Entremos... por favor...

Caminando un poco y aún aferrando su brazo lo jala hacia el brillante castillo, esbozando una sutil sonrisa de ansiedad. Todo, sin preocuparse de las eventualidades que la llegada de semejante y poderoso ser signifique a sus tierras y su mundo. Sin saber que los poderosos y ambiciosos señores, con almas corroídas bajo su propio poder han comenzado a mover sus influencias para intentar apagar lo que significa una clara amenaza a sus posiciones y avaricia.[/code]
[code]Sin entrar en terror contempla la forma verdadera de su señor, pues así como es, es como está dispuesto a aceptarlo. Es la primera vez en su vida que por fin, con ironía sabiendo la naturaleza del mismo, puede aferrarse a algo de esperanza y salir de aquel infierno constante en que siempre ha estado.

Cuando el portal se abre y observa a las almas suplicar en pena por la partida de su amo, un ligero escozor en su nuca se hace presente en su nuca, erizando el vello de la misma. Sin embargo, se mantiene impávido ante eso y es sólo la voz del mayor lo que lo saca de su ensimismamiento al contemplar las almas penantes.

Con un ligero asentimiento de cabeza se apresura a ir junto a su señor y aferrarse a él, pese al ligero escalofrío que le provoca se apega más al mismo como si este le proporcionara una cálida satisfacción.

No sabe si al salir, el que su señor no haya visto lo último del mundo influirá al lugar en el que aparezcan, o si sus propios pensamientos les llevarán a algún sitio en específico, lo que sí es que por primera vez desea regresar a ese mundo para poder por fin salir de esa cadena de degradaciones y humillaciones en la que siempre ha estado.[/code]
[code]Casi no dejó nada. De hecho el joven esparvus consumió todo lo que le sirve de los terrenales, la sangre y lo que comprende el tejido muscular. Lo que quedó fueron entrañas y huesos maltrechos que devoran aquellas sombras.

Al escucharlo decir que se marcharán le dedica una débil sonrisa mientras el mayor limpia de sus labios y barbilla los restos de sangre. Sin embargo, cuando recuerda que su ropa fue hecha jirones por este, se pregunta su el mayor no habrá olvidado aquello.

-¿Templos antiguos...?

Mientras observa sus cosas y busca las vestimentas que usara, se muerte el labio inferior con cierto nerviosismo, mientras lo mira de soslayo. Hace muchos años que los de su raza destruyeron los lugares que se consideraban sagrados o en por a la adoración de los dioses y los convirtieron en cenizas.

Cuando por fin encuentra sus cosas, se da un tiempo para, gustoso contemplar sus armas y acariciar el filo de estas, eufórico de que por fin regresan a él, antes de ataviarse con lo que encontró para él y que sin dudas le encantó. Pues no sólo emula la indumentaria que usa para sus trabajos como asesino, sino que la mejora. Mientras termina los últimos detalles se pregunta como es que hizo el mayor para volver a arreglar aquello.

Una vez todo lo necesario y termina de envainar los últimos cuchillos, escondidos en sus vestimenta de manera dispersa y estratégica, sale de la habitación al encuentro del peliplata, colocándose junto a él.

-Estoy listo...[/code]
[code]Sin saber lo que planea cuando el mayor lo sienta de aquella manera sobre su cuerpo y al observarlo detalladamente y por un momento teme la negación a su petición por parte del peliplata, hasta que a escasos metros de ellos se encuentra una presa.

Casi salta en pos a esta cuando el mayor, sosteniéndolo del rostro, demanda un beso por parte del azabache; al cual este corresponde con cierta ansiedad. Mas cuando pronuncia las palabras de aprobación, como un total depredador salta en pos del terrenal y, al pararse junto a este, en menos de un minuto, con una boca que hasta entonces parecía imposible contener al hilera de afilados y letales dientes y abierta de un modo antinatural, da el primer mordisco con el que empieza a arrebatar parte de la carne al chico, junto con la vida de este. Las cuales termina de consumir en minutos.

Una vez terminada la cena, relamiéndose los restos de sangre cual felino, regresa con el mayor, ya mostrando un aspecto lejos de lo demacrado que lucía los últimos días.


-¿Cuando partiremos de aquí...?[/code]
[code]¿Tanta era la euforia delo mayor por tener al azabache en esos casos? Tan sólo de observar la sonrisa entiende algo, entiende que está condenado a pasar el resto de sus días con él.

Lo observa recostarse a su lado y girándose un poco sobre el lecho, para quedar de frente sobre a él, musita en voz apenas audible; aún sin estar seguro si su petición será escuchada y incluso el peliplata pudiese ofrecerle una mejor opción.*

Necesito la carna y sangre de un terrenal... es lo que mejor ayudaría a mi recuperación...[/code]
[code]El joven esparvus observa aquel espectáculo de poderío que hace el mayor tan sólo con su euforia y, mientras se encuentra en el lecho, observa como las cadenas del mayor se destruyen, casi sin poder creerse que con tan sólo unas pocas palabras él mismo desate todo aquello.

En el momento que los labios se unen en un demandante beso pasional, el joven azabache corresponde al mismo, sintiendo un leve y agradable cosquilleo en todo el cuerpo, sensación que atribuye al constante brotar entre ambos y, es cuando el mayor habla, tras el tacto a su cuerpo, que realmente el joven se da cuenta.

Todas sus heridas han desaparecido y se encuentra revitalizado casi por completo. Con asombro examina su porpio cuerpo, y luego mira a los ojos al peliplata, musitando una suave inquisitiva.

-¿Cómo es que lo has hecho...?C

Si. Se encuentra sorprendido y maravillado con aquel hecho. Sin embargo, con el desaparecer de sus heridas, un fuerte rugido hace crujir su estómago y el chico, con un ligero rubor en sus mejillas, se encoge de hombros mientras, apenado, musita.

-Necesito alimentarme...[/code]
[code]Observando la sonrisa siniestra del mayor, es como comprende que se ha puesto a su completa disposición, aunque, sorprendentemente no es algo que la parezca insoportable ni algo que definiría como sufrimiento infernal. Quizá fuera por el hecho de que el peliplata le ofreció en cierta medida convertir su sueño más anhelado en realidad.

Cuando lo toma por los cabellos y lo obliga a levantarse, pese al leve dolor que eso representa, no opone resistencia alguna a lo que el mayor hace con él, por el contrario, de igual manera corresponde al beso dado por este. En medio de aquel acto los latidos de su corazón aumentan de manera frenética, y, mientras deja que ambas bocas se unan en el mismo, no deja de preguntarse para sus adentros que es lo que en realidad sucede, ya que nunca sus sensaciones habían reaccionado de tal manera y ser tan extremas por intervalos tan cortos.

Al sentir la mano ajena recorrer su cuerpo, tiene un ligero estremecimiento y, cuando esta presiona su glúteo, no evita apegar su torso al ajeno en una reacción al tacto, mostrando un ligero rubor en las mejillas de manera involuntaria, pero sin dejar de mirarlo a los ojos. Sonríe sutilmente, una sonrisa que sólo se puede apreciar en cercanía como se encuentran ambos.

-No tendrás que esperar mucho... los nuestros sanamos rápido... y en este caso no es la excepción...[/code]