Un maldito tiro fallido. Eso fue suficiente para tener que perseguir al maldito soplón por dos horas. La noche en la ciudad podía ser dificil, pero sabía guardar secretos.
Tuvo que hacerlo a la vieja escuela, rompiendose los nudillos a puño limpio... Pero ya estaba hecho. Se arrodillo frente al cadaver con el rostro irreconocible. Y qué mejor manera de recuperar el aliento que fumar un poco de tabaco. Lo sé... La ironía era demasiada. Al menos había sido un error sin testigos... ¿Verdad?
Le miró en silencio por unos segundos. Quizá cualquiera pensaría que le juzgaba con la mirada, observando la apariencia de aquel chico de pies a cabeza. Finalmente sonrió ligeramente mientras se encogía de hombros.
— Cada quien es libre de hacer lo que le guste... La vida es demasiado corta para andar guardando apariencias estúpidas. Un día estás de lo más feliz del mundo, y al otro un sujeto le puso precio a tu cabeza, un ruso de mala actitud te mató a puño limpio y sin esperarlo, duermes con los peces.
Trató de ponerse de pie y caminar un poco por el departamento, más que nada intentó echar un vistazo por la ventana para ver si reconocía la calle.
—Además... La ropa femenina te queda. — Fue un cumplido seco y sin sabor. Pero cualquiera que conociera a Alexei, sabría que no era algo común.
