Su investigación matutina había concluido cerca de una de las calles principales, donde una majestuosa biblioteca permitía el paso a todo aquel que tuviese el deseo de adentrarse. No tenía más qué hacer por el momento, revisaba las notas que había escrito en la pequeña libreta que guardaba en el bolsillo derecho de su pantalón. Echó un suspiro, estaba cansado y sólo quería descansar, pero aquel enorme edificio llamó su atención por unos instantes, los suficientes para avanzar en dirección al edificio sin apartar la vista de este, sin preocuparse por caminar totalmente distraído.
Como para cualquier hombre trabajador que recibía sus ingresos por un negocio propio, el hombre de nombre Alexander Cross había viajado a la gran manzana, a New York. Él reside en Atlanta y se mueve de dicho lugar solo por cuestiones de trabajo. Esta ocasión le habían encargado echar un vistazo al dueño de una empresa en la gran manzana, un cliente dudaba de la veracidad de las palabras de su posible socio, por ello había contratado los servicios de detective privado de Cross [continúa]...
