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Se sobresalto, estuvo a punto de impulsarse para atraparlo pero al ver el salto que el peliengro dio se detuvo, bajo la mirada con una risilla entre sus labios. —¿Más de lo normal? Esa si es una maldición. — una vez recuperado su semblante lo volteo a ver y abrió los labios para qje le invitaste una calada. —Dame..— no fue un pedido amistoso, sus oraciones casi siempre parecían órdenes.
Pudo sentir las llamas al borde de extinguirse, y después avivar con la misma fuerza de un fuego nuevo. Se había confiado, acercándose para cuando el fuego avivó con anormalidad. Al resentirse por el calor saltó hacia atrás deteniendo su danza. Con los ojos entrecerrados, casi llorosos se percató que aquello dió fin a la composición humana que alguna vez fue el cuarentón.
Y como no había nada que hacer Alessandro se prendió un cigarrillo mientras caminaba hacia la rubia, tomando asiento a un lado de la roca.

—Bleh, los japoneses y coreanos se han vuelto demasiado famosos para mí gusto. Ya son pretenciosos, todos esos copiones de mierda.
—Siempre lo olvido por tu apariencia tan asiática. — soltó una risa seca y escueta, era una de esas extrañas veces que no le sonreía como pendejo y podía verlo solamente. Se quedó a una distancia prudente de él, en una roca aledaña después de dedicarle ciertos minutos centro su vista en el fuego, entonces por inercia su mano derecha se alzó, cerro el puño simulando que atrapaba el fuego en esta, las llamas se tambalearon se agitaron, bajaron pero al abrir la palma se avivaron al punto que cambiaron de color pero volvieron a su forma natural en un segundo. Sin embargo el olor a carne quemada le hizo cubrirse la nariz con la palma. —Nada importante. — se agachó abrazando sus piernas con la mano libre sin dejar de ver las flamas.
—No sé de que hablas, Nico Nico, no soy japonés. —Continuó en su danza, los pasos sincronizados que no lo dejaban caer entre las rocas destacaban lo ágil que era para moverse así sobre un terreno inestable. Por primera vez no se centró en ella, ni reparó en verla directamente. Siguió bailando, porque ante la ausencia de música, en su mente recordaba los gritos desgarradores de su víctima cuando el fuego reclamaba su cuerpo.
Estaba de paso, le había llamado la atención la gran fogata que había, y el huno sobretodo. A veces iba a perderse al bosque para despejarse y olvidarse de lo ruidosa de su mente. —Parece esa mierda de taichi o reiki cómo putas se llame. — sonrió aunque apretó los labios para que esté no lo notará cuando acercó sus pasos a él.
—Disfruto del calor de la fogata, por supuesto. —Siguió bailando, haciendo paso a que la "fogata" pudiera verse. El fuego consumía el cuerpo de un hombre de mediana edad, estaba, por lo que aún se podía apreciar amordazado y sujeto a una silla de madera.
—¿Qué carajo se supone que estás haciendo?

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