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—Es hermoso este lugar, ¡No sé cómo nunca estuve aquí antes!
 
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—Exacto, el negro combina con todo. Aunque te quedarían mejor unas rojas. — comento con seriedad, sabe algo de arte por el viejo Salerno, no es que prestará mucha atención pero lo que escuchaba tenía sentido y lo recordaba en automático. —Si te gusta eso de imposibilitar el movimiento de tu pareja, es divertido sino, tienes que ingeniartelas. — encogió los hombros, ahora sus pasos los dirigió ella hacia la parte donde se encontraba la comida rápida ya empezaba a sentir molestias en el estómago.
—Mis ojos se negros, y esto es fucsia. No creo que lo haga —dijo con duda, mirando de nuevo las esposas, las alzaba como sí la luz le ayudara a visualizar mejor, como sí hubiera algo en el interior—, pero seguro tendré que probarlo. Nunca se sabe hasta que lo haces.
Miro de rojo el cordón y le dió una palmada en la espalda baja tratando de medir la fuerza y que no lo fuera a empujar lejos, de ser así continuarían caminando mirando los aparadores. No hubiera algo que necesitaba pero si le llama la atención puede y lo compre. —Ese color combina con tus ojos, ds perfecto. — sonrió de medio lado y le codeo suavemente.
Una traviesa sonrisa en él, y fue directo a la tienda. Para mirada de muchos, la idea de que Alessandro había accedido a comprar aquello. Pero en su lugar sólo salió con un juego de esposas con felpa color fucsia. Las cuales por cierto exponía con mucho orgullo.
Un padre se vió forzado a tapar los ojos de su hija y sacarla de ahí.

—Mira, venía con un condón como regalía, ¿Lo quieres? —Esta vez sacó el condón con cuidado y se lo guardó en el bolsillo a la rubia. Guiñando complice el ojo derecho.
Rodó los ojos teniendo que respirar profundamente para no romper algo, igual termino siguiéndolo sin muchas ganas. El mall es lo mismo de siempre, gente con dinero o sin el que se pasea por los aparadores creyendo tener una vida que no tienen. Sueños, esperanzas, todo para una mierda. Miraba unos atuendos cuando la llamó a lo que está respondió con una ceja alzada y una mano al costado de su boca para hacer más audible lo que soltaran sus labios. —¡Bien entra y compra el strap más grande! Ya sé cómo te gusta que te la meta por el culo. — en absoluto se inmutó por la gente, les devolvía y sostenía la mirada esperando que alguien hablara pero como si fuera un perro ladrando nadie se acercó a decir algo.
—No recuerdo —mintió—, llevo años que no vengo aquí. Deberíamos viajar por todo el lugar hasta encontrar algo divertido.

En vez de subir al elevador también, se dió la vuelta y fue rumbo las tiendas, como un animal curioso por cada exhibición de las vitrinas. Pues siempre había algo nuevo que apreciar, fuera la forma de colocar las cosas que promocionaban o el como.

—¡Nico, encontré una sex shop! —Grita a todo pulmón, atrayendo las miradas de confusión de los que pasaban. Intercalando entre él y Nicoletta, quién era vista de forma descarada por el asiático.
Le irrita verlo tan feliz, frunció las cejas una vez notó su remarcada sonrisa. No confiaba en la gente que sonreía de más, en realidad no confía en nadie. Es un gato callejero que a todos muerde por todo. —Contador...— repitió como si le pareciera imposible de creer por la facha que se manda. —¿Que piso es? —. Pregunta al entrar en la cabina del elevador y de nuevo volcando su mirar en él. —hahahahahah buena propaganda de Hallmark .—
—Soy contador —respondió de inmediato, con una amplia sonrisa y los ojos cerrados. Ya los empujones se estaban volviendo predecibles, sabía cuando ponerse firme para no ser tumbado—, hay una agencia la cual me ha pedido trabajo, y bueno, me tomo unos días libres de vez en cuando para luego trabajar hasta doble jornada.

Dijo en lo que llegaban por fin a un mall. Las instalaciones y paradas del lugar se dividían entre los pisos; el primero era área de tiendas, seguido de las escaleras eléctricas dando al segundo con el área de comidas. El tercero Alessandro no lo sabía. En el cuarto estaba el cine.

—¿Pero te imaginas perderte esto? La luz, días normales. Todo esto te hace pensar que vale la pena vivir.
Mientas seguían el rumbo alzo los brazos cruzando las manos detrás de su nuca mirando hacia otro lado, era la primera vez que no lo trataba tan mal. Quien sabe tal y está un poco cansada. De nuevo lo empujó con la cadera cuando se acercó de más y chasqueo la lengua. —me pagan por romperle las bolas y la cara a la gente. ¿Tú? — no mentía, eso ya se había vuelto parte de su trabajo justo después del incidente, aunque parece que lo ha tomado bien, tiene varios pensamientos rondando su mente de por sí inquieta.
Soltó un quejido divertido por el golpe, la actitud tajante o mejor dicho distante era algo característico en ella. Sólo la deja ser mientras negaba con la cabeza. Pues no tendría sentido enojarse. Él gustaba de retarla, le encantaba ese lado brusco.

—A propósito... —dijo y antes de continuar escuchó como el semáforo sonaba, indicando luz verde para los peatones. Alessandro continuó guiando, aunque concluyó su comentario volviendo a su oreja—, nunca hemos hablado de nuestro trabajos, ¿A qué te dedicas?

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