-Había dicho que sí haciendo hincapié; las palabras de un hombre son las que disputan su camino a seguir si llegara a dudar entonces ¿sería capaz de llamarse a sí mismo hombre? Esta pregunta se la hacía un niño de 4 años con una mentalidad realmente desarrollada para su edad, sería sorprendente para cualquier adulto entrar a su mente y reconocer que dese a su tamaño en su interior tenía más rasochineo en la punta de su dedo meñique que algunos. Se adelantó a los acontecimientos quitándole cierta importancia, claro que con cierto desapego emocional ya que cualquiera con tres dedos de frente ya estuviera dando media vuelta y de regreso para la casa, pero no Alessandro.-

Oji-san con permiso.
-Subió las escaleras, un pie tras otro siguiendo sus órdenes dejando atrás a aquel anciano, dando un último vistazo y encontrándose que no estaba, se lo había tragado la tierra. Conforme caminaba sus piernas al ser cortas comenzaron a dolerle en gran madera, pero el no se detendria.-