Su calor recibió al de Ériu, sus brazos la rodearon, y por fin ese sentimiento de falta se disipó, quedando atrás, uniéndose a las gratas memorias de las correrías que habían vivido juntos, sin saber que ya se habían encontrado mutuamente. Almeric acarició la espalda de la joven de manera cariñosa, antes de dejar un casto beso en su frente y separarse un poco, a fin de poder verle a los ojos. —Me alegra tanto verte de nuevo, Ériu. O debería decir: ¿"mi señora"?

—Me sorprende un poco tal confesión, aunque el gusto que me da volver a verte es mucho mayor. — Respondió con voz trémula mientras rodeaba al mayor con sus brazos para brindarle un cálido abrazo. —Estoy muy contenta por volver a encontrarte, buscador mío. — Pretendió darle también un título que únicamente pudiera utilizar ella y con una sonrisa iluminó el recuerdo de sus aventuras juntos. Donde recorrieron miles de kilómetros en búsqueda de la princesa extraviada. En búsqueda de sí misma.