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S1564337 · 26-30, F
las señas con la espada: —No podría. Espero que ninguno de los dos muera. ¡Ayjá!
S1564337 · 26-30, F
Soltó una risa, que en alguien que no la conociera, se convertiría en burla; pero para Almeric sería el gesto de confianza y honestidad que la general desperdigaba a aquellos que consideraba cercanos y por quienes podía tener confianza. Se llevó la mano a su boca, limpiándosela —¿tenía que hacerlo? Era una manía de preparación para alejar el nerviosismo—, y negó con la cabeza. Ambos sabían que el cazador era más que digno; tal vez incluso mejor que ella, por algo era la mano derecha de la próxima reina. Sacudió la mano zurda, desechando la idea de la conversación de ambos y agitó la espada, deseosa de comenzar. Sus ojos, por instinto, quedaron prendidos de la punta de la flecha, atenta a su movimiento. Desde ese momento, el tiempo pareció ralentizarse. Toda acción se veía tan despacio y pausado, mientras su mente desfilaba las ideas y órdenes al resto de su cuerpo tan rápido. Sonrió, levantando la vista al pelirrojo rápidamente, su mano libre se movió, y complementó los movimientos de
Alerc · M
—Procuraré entretenerte un poco... Espero no te decepciones de mí.
Alerc · M
Para alguien menos observador, el gesto de Salander podría haber pasado desapercibido; pero no para él, quien, merced a su experiencia como cazador y rastreador, era experto en percatarse de los menores detalles. Se apresuró a soslayar lo que consideraba fue un desliz de su parte al menear la cabeza, negando, mientras hablaba de nueva cuenta. —Salander, tus habilidades son excelsas; yo no sería un oponente digno de ti. —Una sonrisa cortés, más acorde con su habitual y disimulado talante sosegado - pues quienes le conocían bien sabían que Almeric era un hombre de pasiones y fervor - apareció en su rostro, antes de dar unos cuantos pasos atrás, aún con Rienfleche en mano, y sin quitarle la vista de encima a Salander. Tres metros aproximados bastaron para que Almeric juzgara suficiente la distancia. Entonces, recobrando una flecha del carcaj que pendía de su espalda, tensó la cuerda de su arco con la base de la saeta, aprestándose al combate.
S1564337 · 26-30, F
Seguramente malinterpretó la expresión en el rostro del regente interino, pues aunque lo ocultase, la general sintió un sentimiento de incomodidad e inferioridad ante el asombro del mayor por su voz. Tal sensación duró apenas unos segundos, pues conocía al pelirrojo y sabía que siendo más pacífico que el animal más manso, jamás osaría minimizar sus esfuerzos... o su reciente, pero, precaria, habilidad para hablar. Con un suspiro, unió sus dedos para formar la palabra «Entrenamiento», antes de hacer que la espada diese un giro de trescientos sesenta grados en su mano. Incluso, tenía curiosidad de poner a prueba la habilidad que él tenía en arquería, contra su propia lanza.
Alerc · M
Su mueca de sorpresa no se debió tanto a que Salander lo desafiase, sino a que por primera vez la escuchó expresarse en voz alta. No había burla en su faz, mucho menos escarnio; tan solo asombro, aunque eso no afectó su voz, tan sosegada como siempre. —¿Deseas batirte conmigo? —Preguntó con cierta cautela, puesto que la violencia innecesaria no era algo de lo que él fuese muy partidario. Pero podría hacer una excepción en el caso de su honorable compañera, de quien había contemplado de primera mano sus capacidades y virtudes.
S1564337 · 26-30, F
Desenfundó la espada, haciendo que la rozadura del metal provocase un tintineo contra el soporte, mientras sonreía observando a Almeric con curiosidad y malicia. Se atrevió a hablar, un extraño balbuceo con una voz ronca y pastosa. — ¿Due-lo?
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