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AldaraAmery · 22-25, F
Hizo bizco cuando el chiquillo levantó el pulgar y nuevamente cuando se apuntó a si mismo; el alcohol no la toleraba a ella, por eso le pegaba rápido (?).

¡Gaikos! hip...hip... está bonito tu nombre tenía una hermosa sonrisa en sus rosados y delgados labios. Cada que intentaba hablar el hipo le jugaba sucio.
¿Eres un mago... hip... muy poderoso? hip... Era realmente raro ver magos fuertes por los lugares dónde ella solía ser contratada. No es que no hubieran, es que solían morir con facilidad por su casi nula capacidad de enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
Cuando un enemigo o una bestia rompía la vanguardia e iba a por el mago, no había nada qué ellos pudieran hacer para salir con vida.
Era idéntica. Cuando la vio beber con tanto entusiasmo y tan falta de delicadeza no pudo evitar proyectar a su amiga en ella, sonrió de una forma socarrona, pero para si mismo, como si hubiese ganado una apuesta a su propia persona. Cuando le agradeció alzó el pulgar derecho con simpleza, le dedicó una expresión afable, aunque no pasó por alto ese efecto instantáneo que tuvo el alcohol sobre su cuerpo... Otro parecido entrañable que forjó una predisposición a llevarse bien con la rubia—. Me conocen por ahí como Gaikos, de los mejores magos que encontrarás por ahí —se presentó con cierto orgullo, llegó a apuntarse con ese mismo pulgar que mostró aprobación antes, aunque no pecó precisamente de petulante, pues habló con la típica gracia de un tonto—. Noté que eres bastante fuerte, ¿te trajiste al cerdo desde el bosque hasta aquí sin parada de por medio? Eso no es poca cosa —comentó, queriendo ceder el protagonismo (que nunca tuvo) a su ahora acompañante.
AldaraAmery · 22-25, F
Con esa energía vocal y muestra de entusiasmo, Aldara volteó a ver a quien se le había acercado tan repentinamente. Era un chico que lucía alto (al menos más que ella). Parpadeó sorprendida, pero al ver que acercaba su vaso con vino, sonrió entusiasta.

─ ¡HEY! ¡Yo quiero! ─exclamó alegre. Sin titubear tomó con ambas manos el vaso y vació por completo el contenido soltando un "Ah" de satisfacción azotando el vaso sobre la barra.

─ Gracias por la bebida ─mientras hablaba, rápidamente sus mejillas se volvieron coloradas. No soportaba mucho las bebidas alcohólicas y podía embriagarse con facilidad si no tenía cuidado. ─ Mi nombre es Aldara. ¿Tú quién eres? ─ preguntó levantando el vaso hacia el tabernero.─ ¡Otro más, por favor!
[...] apenas veas a alguien capacitado... ». Era una conversación fatigosa, extremadamente delicada. El tabernero dirigió una mirada de refilón tanto a la rubia como al albino, no solo por el grito que este último dio; suspiró con extrema pesadez, fue una expresión de decepción con esos dos que demostraron ser un par de brutos. Gaikos escuchó perfectamente lo que se estaba diciendo, hablaron de forma audible para cualquier sobrio en ese sitio; ciertamente él iba a intervenir, pero no dijo absolutamente nada al respecto, fingió estar en su propio mundo, sin mostrar interés por nada más que el entretenimiento, él no iba a tener iniciativa alguna.
[...] esperando que esto llamara la atención de la rubia. Como tuvo el descaro de acercarse, también osó pedirle al tabernero más vino y algo qué comer en lo que se preparaba la carne— ¡Aquí más vino y algo para tragar, maldita sea! —y aunque se expresó como uno de esos molestos clientes ebrios, su pedido apenas llegó a los oídos de aquél hombre. El tabernero estaba a punto de ponerse a trabajar con aquél jabalí, claramente iba a necesitar ayuda de alguno de las personas que trabajan con él, sin embargo, la atención de este se hallaba puesta en una conversación que inició, súbitamente, con una mujer recién llegada. Esta era una comerciante más, tenía sus años y en su expresión había agobio y no solo por su extenuante labor. De esta conversación se pudo escuchar claramente: «¿Nadie está dispuesto a ayudarnos? Los soldados de la capital tardarán mucho... »; «No hay nadie capacitado aquí, los pocos extranjeros aquí...»; «Lo sé, pero se trata de nuestros niños... Por favor [...]
Las casualidad llevaron a que ambos compartieran esas horas en la taberna. La rubia llamó la atención de todos, él no fue una excepción, que para ese momento se encontraba bebiendo luego de una ronda de apuestas con los vagos cotidianos del mercado. La voz de esta muchacha, su forma de actuar tan impropia de una dama, incluso su aspecto físico, ¿por qué le recordó tanto a una de sus compañeras? Tal vez porque eran prácticamente iguales, quitando las prendas y su raza, pues la otra tenía sangre élfica en sus venas. Desde la lejanía la observó con una sonrisa tanto entrañable como maliciosa, había encontrado con quién divertirse hasta que llegase la hora acordada. Se levantó de su asiento, mudó sus cosas (es decir, el vino) hacia dónde ella se encontraba, teniendo el atrevimiento de sentarse a su lado, prácticamente—¡Hey! ¡Levanta esos ánimos! —exclamó y le acercó su bebida con evidente intención de compartir—. Ten, bebe un poco para matar el tiempo, te invito yo esta ronda —dijo [...]
AldaraAmery · 22-25, F
─ La cena estará lista en un par de horas.

─ Qué mala suerte... Dame algo, lo que sea, un pan... ¡Un pan! Moriré antes de que pasen ese par de horas...─ gimoteó. Tomó asiento descansando el mentón sobre la madera olorosa a cerveza.
AldaraAmery · 22-25, F
Las puertas de la taberna se abrieron de par en par dejando ver a una pequeña muchacha de rubia cabellera, que vestía sin pudor un pequeño pantaloncillo azul y algo que no podría considerarse ropa siquiera; una especie de "camisa" que solo cubría su escaso busto. Tenía una enorme sonrisa en la cara, una espada de casi su misma estatura y sujeto con su mano izquierda un jabalí que pesaría entre 30 kg a 40 kg. Cómo si en casa se hallara, caminó por en medio del lugar, directo a su objetivo; el tabernero. ─ Jo-jo-jo Misión cumplida, Tabernitas ─exclamó a gran voz con energía sin percatarse de los presentes.─ Dijiste que me darías comida si te capturaba un cerdo de estos, tengo hambre ─ su estómago gruñó acabando su oración.

El cantinero, sorprendido por la velocidad con la que había cumplido con la misión tartamudeó algo poco entendible, pero se recompuso después de unos instantes.

─ Niña, sí tendrás la comida, te lo prometí, pero por ahora no tengo nada qué comer.
[..]
[...] Dado que los padres declararon que esto ocurría al anochecer, el albino decidió investigar con los lugareños hasta la llegada del atardecer, la cuestión es que para él "investigar" significaba intruir en la mente de los aldeanos, robar información mientras malgastaba el dinero en apuestas, comida y alcohol en la taberna, nadie sabía se enteró que él se encargaría del recado, por tanto, el caso estaba libre para que cualquier otro desgraciado lo tomara, mas él no lo creyó posible, ese sitio parecía abandonado a su suerte. Estos encargos se solicitaban en la taberna, al ser de importancia sería conocido por todo el poblado, pero siquiera teniendo todo al alcance de su mano actuó con diligencia. Algo sospechaba, pues ese bosque lo cruzaron con la caravana.
Estaba en pleno viaje hacia una ciudad portuaria ubicada al noroeste de esas tierras. Técnicamente no estaba solo, con su grupo viajaba en una caravana durante algunos días, pero al momento de llegar a otra localidad intermedia, mucho más humilde que su verdadero destino, decidió separarse, pued algo interesante encontró una vez terminó de comprar provisiones. Dejó marchar a la caravana luego del mediodía, prometió arribar con una dilación de dos días, lo que implicó que Gaikos pensó en quedarse un día entero en ese pueblo. La falta de soldados y voluntarios dejó a su merced un sinfín de recados, mas uno en particular llamó su atención: niños perdidos, todo apuntó a una arboleda cercana, la frontera entre las cosechas y la intemperie. [...]
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