Oh vamos, es fácil.

— La voz de aquella mujer cuya apariencia entera era casi como un safiro, largos cabellos violetas, similares a sus ojos y cortas prendas parecidas a las de su contraria dio uno que otro saltito sobre sus botas al ver que esta le dio la espalda.

Con gracia volvió a situarse frente a la rubia de pequeños pechos, ahora a corta distancia pues de sorpresa saltó frente a ella.—

Mira, así... ~

— Con sus finas manos tomó las mejillas ajenas que eran como tomates enrojecidos. Se le acercó y ladeando la cabeza un poco plantó un beso sobre los labios ajenos.—