La visita de aquel ente extradimensional a lo que parecía ser una brecha a otro plano, entre el plano terrestre y otro abismal no parecía una que no fuese hostil, día tras día ya llevaba luchando contra aberraciones que intentaban penetrar hacia planos existenciales que llevaban a lugares que podrían conducir a otros que podían conectar con los reinos de los seres que había decidido proteger, la progenie de su hermana, el reino de su hermano e inclusive caminos que podrían llevar al espacio o al reino aliado donde sus hijos o esposa vivían. (...)
Alastair continuaba provocando al orgulloso príncipe, sabiendo perfectamente que el orgullo podía ser sin duda una de las debilidades de la majestuosa y horrible entidad. Fue en ese instante que la bestia de batalla pudo observar como sobre su cabeza una tormenta comenzó a producirse, las nubes se volvieron grises, y rayería comenzó a producirse entre las nubes. El bestial diablo entonces susurró algo hacia sus generales, y de repente zurcó los cielos oscuros comenzando a bajar de golpe, con una ferocidad terrible. Alastair se preparó, tragó un poco, sentía la temible ferocidad de esa criatura de cuatro alas abalanzarse sobre sí.