Un gesto de disgusto así como de sorpresa se hizo presente en el rubio al percatarse de lo bien que había soportado su golpe. Mantuvo la calma, era lo mejor en situaciones como esa, entonces colocó una mano en el hombro del menor, aferrándose a él.
— Yo soy quien te enviará al infierno si no lo sueltas. —
Observó al azabache directamente a los ojos pese a la oscuridad que envolvía a los 3 en ese callejón, estaba más que listo para seguir golpeándolo pero quiso darle una oportunidad de retractarse. Observó al muchacho de reojo por un breve momento.
