Se quedó un momento analizando lo sucedido recientemente, después de todo era la primera vez que presenciaba un secuestro a plena luz del día, no es algo que ocurriera con tanta frecuencia en esa zona. — Escoria, eso es lo que era ese sujeto, probablemente pretendía secuestrarte para abusar de ti. — Respondió con desdén, no descartaba la idea de que quisiera darle drogas, pero de ser el caso hubiera empezado con eso directamente.

— Nada bueno, eso te lo aseguro. Será mejor que tengas más cuidado cuando vengas a este vecindario, si eres un hombre tienes que aprender a defenderte solo. — Giró su cuerpo lentamente quedando de frente al menor, enfocando su mirada en su brazo herido. — Puedes decirme Draken. —

El castaño estaba completamente confundido, y se le notaba en la cara. Estaba pálido, y boquiabierto, y ahora se cubría el brazo herido mientras permanecía recargado sobre el muro, temblaba un poco, así que le costó trabajo reaccionar y dirigirse al joven. — ¿Q-qué fue eso? ¿Y qué era ese sujeto? — Akio estaba perplejo, y su voz se notaba afectada, tampoco entendió nada de lo que el tipo dijo.

— Muchas gracias por tu ayuda, no sé qué hubiera pasado si no llegabas, jamás me había ocurrido algo así. — Aún se le podía ver lo nervioso y conmocionado que estaba, pero hizo una reverencia sin soltarse el brazo herido. — Arigato.... — Pausó porque no sabía el nombre de aquel joven.—

No le quitó la vista de encima al demonio hasta que lo vio desaparecer por completo, suspirando aliviado, pero por otro lado un poco frustrado, se había quedado con las ganas de pelear. Soltó el hombro del menor y retrocedió un poco para mirarlo a la cara.

— Fue más fácil de lo que esperaba, aunque no entiendo qué quiso decir con eso último. — Arrugó el rostro mientras trataba de pensar en las palabras de aquel sujeto tan excéntrico. — ¿Estás bien? Será mejor que te vayas a casa. —

Como sea, de todos modos prefiero almas puras no pervertidos enamorados de otro hombre

-arrugó la nariz al hacer una mueca de asco, realmente si quería comerlo pero simplemente no tenía en ese tiempo la paciencia de soportar a un niño y mucho menos uno en pleno cortejo, soltó al sujeto retirándose del callejón bebiendo la sangre que había quedado impregnada en sus garras -

Sentía un agudo dolor en donde el tipo lo agarraba, cuando bajó la mirada, se dio cuenta que tenía.... ¿garras enterradas? Eso lo asustó, pero alguien lo había salvado y eso lo tranquilizaba un poco. Cuando le puso atención a quien se acercó a ayudarle, tuvo que verle más de cerca, se le hacía conocido... ¿Dónde lo había visto? Asintió con inseguridad, mirándole con los ojos llenos de angustia, pasando saliva con dificultad, pues seguía sin entender qué estaba sucediendo.

Un gesto de disgusto así como de sorpresa se hizo presente en el rubio al percatarse de lo bien que había soportado su golpe. Mantuvo la calma, era lo mejor en situaciones como esa, entonces colocó una mano en el hombro del menor, aferrándose a él.

— Yo soy quien te enviará al infierno si no lo sueltas. —

Observó al azabache directamente a los ojos pese a la oscuridad que envolvía a los 3 en ese callejón, estaba más que listo para seguir golpeándolo pero quiso darle una oportunidad de retractarse. Observó al muchacho de reojo por un breve momento.

— No te preocupes, te sacaré de esta. —

-no esperaba a un tercero mucho menos se espero el golpe en la cara, el demonio inclino la cabeza incómodo pero mantuvo sus garras aferrados en el cuerpo del pequeño humano negándose a dejar ir su alimento-

No cuentan parejas esto no cambia mi interés en.... Uh...

-frota sus ojos mareado a causa del golpe-

Será mejor que colabores a las buenas o traeré el infierno a la tierra

Las palabras del hombre lo pusieron aún más en alerta, por lo que su cuerpo se pegó más a la pared, tratando de alejarse de quien lo acorralaba. No entendía por qué le decía cosas tan extrañas, nunca le había pasado algo así. Quiso alcanzar su móvil, y en ese momento escuchó una voz que recorrió el callejón, volteando a ver de reojo en dirección a la voz. No tenía idea de quién sería esa persona, pero lo vio correr muy decidido con el puño al frente y cerró los ojos pegándose aún más al muro, esperando no ser golpeado.

Era una calle poco transitada a esas horas, pese a estar distraído en sus propios asuntos fue capaz de ver como el sujeto forzaba al menor a entrar en el oscuro callejón. Comenzó a correr esperando llegar a tiempo, eso era evidente que era contra la voluntad del muchacho, no era la primera vez que alguien por la zona arrastraba a un niño para darle sustancias ilícitas e incluso abusar de él. El rubio se detuvo frente al callejón, una vez tuvo a ambos en su campo visual aceleró una vez más, con la intención de darle un puñetazo en la cara al mayordomo buscando derribarlo. — ¡¿Qué crees que haces arrastrando a un niño a este asqueroso lugar?! —

No hay porque huir me encargaré de complacerá todos tus caprichos antes de tu último respiro pero... Si piensas en escapar... Bueno sería una lástima romperte una pierna o tal vez dos