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En algún momento fue una princesa.
 
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RsL1574861 · M
No se sintió cómodo, al menos no del todo pero aceptó escucharla y tratar de cumplir con sus palabras cuando le tomó las manos. Una forma de confiar más en ella y sus habilidades. Pero la duda seguía existiendo, ¿qué tan diferente era todo? ¿Acostumbraban a los bailes de salón o era otra clase de ritmo? ¿Qué debían cantar? ¿A la reina a alguien más? La miró, curioso y negó un momento.— Yo creo que Hanamiya-san es más que un extra, es una parte importante de su familia. Solo que las personas miran con ojos diferentes, Makoto-san no me parece tan... Destacable. A decir verdad, a veces me asusta un poco su forma de mirar. —Frunció el entrecejo, un momento, y negó mientras que continuaba guiandola hacia el interior. Haría todo lo posible por ayudar a ganar el concurso.
— Eso es verdad, las personas no experimentan por cabeza ajena. —Se puso frente al chico y buscó con sus manos las de él, para tomarlas a pesar de la armadura. Bajó la mirada y se mordió el labio. Se sentía nerviosa, esos lugares no le gustaban, las miradas a cada paso juzgandola.— Solo vamos a disfrutar e ignorar al resto, bailar, cantar y comer serán las misiones del día. —Lo soltó y dejó que terminara de hacer las cosas, incluido acomodarle la corona. Sonrió con ternura y lo miró.— Hay personas más importantes que mis padres, pero en realidad los miembros más sobresalientes de mi familia son madre, padre y Makoto. Yo solo soy un extra. —Se aferró al brazo que se ofrecía nerviosa, para entrar al lugar.
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— No me refería sólo a los caballeros ya, cualquier experiencia se juzga de manera diferente hasta que se vive, Hanamiya-san. —Parpadeó, lento por alguna razón se sentía ligeramente incómodo. No sabía cuál era la manera correcta de disfrutar una fiesta porque hace mucho no estaba en una, además, las diferencias debían ser abismales. Y aquello lo notó en la fachada, en las luces, los arreglos y todo lo demás. Parecía la fiesta de algún duque o incluso un rey, de esas que solo había escuchado hablar y con las que sus hermanas soñaban.— ¿Más importantes? Hanamiya-san... ¿Hay gente más importante que su familia? Su padre es bastante reconocido, y ni hablar de su madre. Siempre escucho a los demás hablar de lo importantes que ellos son. —Habló. Cerró la puerta y entonces la miró. Con ambas manos le acomodó la corona con cuidado para nivelarla.— Ahora sí, Hanamiya-san luce como princesa. —Asintió y le ofreció el brazo izquierdo.— Vayamos, es hora de su entrada.
— Solo que en esta época no hay caballeros para saberlo. No obstante, con la rara que es mi familia, me espero cualquier cosa. —Comentó sin ningún afán de ofender a sus progenitores, pero nadie podía negar que su familia era un imán para las situaciones extrañas, Regulus era el vivo ejemplo de ello.— Quiero que también disfrutes a mi lado, es una fiesta, hay mucha seguridad; aparte nunca hemos bailado y quiero hacerlo. —Sonrió con emoción al pensar en ello, podía disfrutar sin que sus posiciones fueran un impedimento.— No hay inconveniente. —Tomó su mano para bajar y quedarse por un instante obnubilada por el lugar, habían tirado la casa por la ventana.— Estarán personas más importantes, no creo que me esperen a mí.
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— Es porque la mayoría piensa que jamás sucederá algo así en su familia. Pero sucede. Siempre lo hace. —Suspiró. Recordó entonces todas las ocasiones que una de sus tías habló de la importancia de la virginidad... Hasta que una de sus hijas se fugó con su amante ante un embarazo fuera del matrimonio. Así debía ser el mundo, raro y extraño.— Pero estar pendiente del entorno es un deber del caballero, tengo que cuidar de usted incluso aquí. —Sintió incomodidad, ¿cómo iba a dejarla sola en lugar lleno de desconocidos? No. No se permitiría ello en lo más mínimo. Y por estar metido en esa idea, se perdió la broma con relación a Makoto.— ¿Está segura que no tienen inconveniente? —Preguntó. Abrió la puerta cuando el auto se detuvo y bajó. Allí extendió su mano hacia ella para invitarla a salir.— Vamos Hanamiya-san, deben estar esperando por usted.
— Debe haber un punto donde descubres tu vocación. Hablamos con base a suposiciones o experiencias de terceros, pero nunca con las propias. —Llevó su mirada al exterior, vislumbrando el lugar donde se iba a llevar a cabo la fiesta, muchos autos parecían estacionarse delante y de ahí bajaban las personas con sus disfraces, incluso algunos estaban charlando en la entrada.— Eso es cierto, pero hoy puedes volver a ser caballero, quiero que disfrutes sin estar al pendiente de mí todo el rato. —Esbozó una sonrisa calmada y no pudo evitar reír ante la pregunta.— Algo así, solo que más feo y que se cree mejor que los demás. —Esperaba el regaño por hablar mal de su hermano mayor pero se lo merecía.— Relaciones carnales y sentimentales. Las laborales no tienen inconveniente.
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— Es difícil de entenderlo, hasta que debes vivirlo. Hasta que no lo sientes en propia piel... Creo que así decía mi padre. —Parpadeó, el recuerdo de su padre hablando de caballeros que debían renunciar a su puesto por romper los códigos llegó a su mente. Y sin embargo, lo difuminó en el momento que la miró a ella, hizo una mueca de curiosidad y risa al mismo tiempo.— Pero Hanamiya-san, yo estaré a su lado, es deber de un caballero no abandonar nunca a la dama que debe cuidar. Yo estaré allí para felicitarla. Uhm.. Hanamiya-san, ¿qué es un bicho raro? ¿Es como el hamster conejo ratón? —Inquirió. La vida actual tenía términos bastante... Raros para su conocimiento. Como aquello del FBI que seguía intentando comprender.— ¿Relaciones? ¿De qué tipo exactamente? ¿Laborales o comerciales?
— Creo que es difícil entender algo sino estas en contacto directo con ello, yo jamás hubiera creído todo lo que envolvía en realidad. — Bajó la mirada a su regazo y junto las manos ahí comenzando a jugar con ellas.— Es que ganar como princesa, sin mi caballero a mi lado sería un poco triste, aunque seguro van a haber disfraces de locura. —Murmuró y lo buscó, sintiéndose desanimada por la expresión que él mostraba.— Es que Makoto cree que todas las mentes trabajan como la de él, cuando en realidad es un bicho raro, único en su especie. —Comentó sin ninguna vergüenza, cuando no estaba cerca podía hablar sin contenerse.— No, eso es legal Regulus. En este caso solo aplica a las relaciones, después te enseñaré bien, no es algo para tomar en serio, solo una broma.
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— Muchas incluso en mi tiempo no lo entendían. Creían que una armadura significaba poder, superioridad, y solamente la usaban para ser una autoridad. Tomaban cosas que no les pertenecían, cobraban por traer la paz y se ahogaban en alcohol mermando los recursos de las tabernas. Pero... Hanamiya-san, a mi no me interesa participar. Solo quiero que usted gane —Murmuró. La curva de sus labios reflejó la preocupación que sintió. Realmente no se consideraba apto para participar, no entre un montón de personas que fingían ser algo que no eran sin conocimiento alguno.— Makoto-san explica de una manera muy técnica, realmente no lo comprendo... Aún sigo sin entender —Recordó, todo lo que Makoto le explicó de la forma más técnica posible y hasta ese día mantuvo dudas de ello.— Comprendo el término de legalidad e ilegalidad pero, ¿no sería entonces ilegal que fuera su guardaespaldas? Quizá debería tener a alguien de su edad, no alguien mayor
— La mayoría de personas solo miran genial la armadura, pero no entienden todo lo que representó para las personas en el pasado. —Incluso ella lo miró así durante un tiempo, aunque creyó tener una noción por lo mucho que había leído, realmente su concepto se alejaba de la realidad.— Yo intentaré ganar la categoría femenina, tú intenta ganar la masculina, así ambos seremos premiados. —Comentó con una pequeña sonrisa. Dejó que sus manos reposaran sobre su regazo y volvió la vista al frente.— Estoy orgullosa de ti, muchas veces creí que mis explicaciones no serían lo suficientemente claras, Makoto es mejor en eso. —Confesó con vergüenza, pero ella tenía algo de lo que carecía su hermano: Paciencia.— Es que las menores de edad son ilegales y como voy a cumplir la mayoría de edad, ya voy a ser legal.

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