Antes de que pudiera añadir algún comentario astuto o no tan ingenioso como el anterior, ya habrían llegado a su destino: un restaurante de reconocida calidad que con luces sutiles anunciaba un nombre en francés.
—¡Oh! Mira… —dijo apuntando hacia la ventana en ese justo instante.
Estaban comenzando los fuegos artificiales tan oportunos como si buscaran recibir hoy a Akari.
— Emitió una risa un tanto sonora, tanto que con su mano derecha cubrió sus labios, no sabía si realmente hacía une metáfora con su apellido, pero le pareció bastante lindo aquello.—
Que ingenioso Alesteir, me encargaré entonces de que sea una agradable velada.
—Observó al joven y sonrío, y sus mejillas se elevaron de forma que sus grandes ojos cafés se cerraran un poco, a su vez sintiendo el agradable aire nocturno, que se colaba por la ventana.—
