Esta cosa sí que es útil. En cuanto regrese a mi pueblo, le compraré una a mi mejor amigo. ¡Le encantará! - Dijo Akai con un brillo en su mirada, muy sonriente y caminando aún por el sendero hacia la casa de su abuela, dándose cuenta que comenzaba a reconocer gran parte del terreno.
—En verdad lo es, es una de las cosas que disfruto de este lugar. —Miró al menor que encabezaba la marcha como si se tratara de una importante exploración y sonrió mientras lo seguía contento de ver que aquella cosa le resultaba útil.
Suena exquisito. ¡Andando! ¡Que la brújula nos guie! - Exclamó el adolescente y extendió con su mano la brújula hacia adelante. En cuanto la aguja marcó hacia el norte, Akai comenzó a caminar por esa dirección. - ¡Es por acá!
Bueno, si quieres. - Le respondió, mostrando una simpática sonrisa. - Cuando lleguemos allá, dejamos la canasta y luego, vamos al pueblo que está más allá de la montaña.
Me encantaría. Pero...Debo llevar esta canasta a casa de mi abuela. Con la brújula, podremos dirigirnos al norte y en cuanto deje esta cosa en casa de mi abuela, puedo acompañarte a ese pueblo. ¿Qué dices?
