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AiriSato · 18-21, F
—La azabache se había agachado para tomar el bat del suelo. Bajó sus manos al mango, y lo palpó. Sus ojos estaban tan afilados como vacíos, y volvió su mirada hacia los pocos que quedaban, como si tratara de definir quién sería el primero en recibir su ira. El agarre de Manjiro la hizo mirarle de reojo.— Esto no ha terminado. —dijo, en una voz casi baja, inerte, no sonaba nada como ella misma.— Suéltame. —le ordenó.—
MnjiroSno · M
No le preocupaba tanto Airi en eso de qué podía defenderse mejor que él, sin embargo pensaba en las consecuencias emocionales para ella después del encuentro, por lo que pensó rápidamente en sacarla de ahí y en medio de todos los caídos diviso su motocicleta. — Esto termina ahora— Propinó otro fiero golpe a quien se le acercó por detrás para tratar de interceptarlo noqueandolo sin ningún tipo de dificultad para acercarse a la azabache y sujetarle de la muñeca — ¡Vámonos!—
AiriSato · 18-21, F
—Parecía que ni siquiera le escuchaba, su rostro estaba congelado en esa mueca indiferente, bañado en sangre ajena que se diluía entre el agua de lluvia, y que hacía ver su semblante más dramático, mientras prensaba a un sujeto al suelo pisándole el cuello, impidiéndole respirar. Justo en medio de ese caos estaban ambos, Manjiro y ella, y un colérico pandillero corrió hacia ella con bat en mano para propinarle un buen swing en la cara. Airi pareció no inmutarse, le miró de reojo, y con simple movimiento, esquivo el golpe, y aprovechando el propio movimiento del sujeto, lo tomó del brazo, se lo rompió por el codo, deslizó su pie por entre los de él, y lo hizo caer con pesadez en el asfalto húmedo. El tipo no pudo ni gritar de dolor, pues con la caída se quedó sin aire, helando a todos los que apreciaban la escena.—
“Oi! ¡Es un demonio!” —se escuchaban los murmullos entre los pandilleros que se mantenían al margen, paralizados de miedo.—
“Oi! ¡Es un demonio!” —se escuchaban los murmullos entre los pandilleros que se mantenían al margen, paralizados de miedo.—
MnjiroSno · M
— Lo siento — Jadeó esa frase pero con total sinceridad mientras retiraba la sangre de su propio rostro. — No debí involucrarte en ésta pelea— Los ojos de Manjiro parecían un par de perlas negras fijas en los oponentes aún por aplastar en medio de un panorama caótico en dónde varios cuerpos noqueados yacían sobre el asfalto húmedo por la sangre y la lluvia.
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